La focaccia es un panificado de origen italiano que mezcla lo simple con lo sublime. Procedente de la región de la Liguria -en el norte, con Génova como ciudad principal-, es conocida por su textura esponjosa en el interior y una corteza exterior ligeramente crujiente.
Se elabora con ingredientes básicos: harina, agua, levadura, aceite de oliva, sal y, en muchos casos, romero fresco, lo que le da su toque aromático distintivo. Antes de hornearla, se presionan los dedos sobre la masa para formar hoyuelos, que luego se llenan con un chorro generoso de aceite de oliva. Estos hoyuelos aseguran que el pan mantenga una superficie húmeda y sabrosa.
Es increíblemente versátil: puede servirse sola como aperitivo, como base para sándwiches, o acompañando sopas, ensaladas o pastas. También admite variaciones, como focaccia con tomates cherry, aceitunas, cebolla caramelizada o incluso dulces, añadiendo azúcar y frutas.
Ingredientes para la focaccia
- 300 g de harina 000.
- 30 g de levadura fresca.
- 190 cc de agua.
- 8 g de sal fina.
- 50 cc de aceite de oliva.
- Condimentos a gusto: sal gruesa, orégano, romero, tomillo.
Procedimiento
- Armar una corona con la harina.
- Colocar en el centro de la corona el agua y la levadura.
- Agregar la sal en el contorno exterior de la corona.
- Integrar todos los ingredientes.
- Agregar el aceite de oliva.
- Amasar hasta formar un bollo liso y homogéneo.
- Dejar leudar durante 40 minutos a una temperatura de 30 grados en un bowl cubierto con papel film.
- Luego desgasificar y estirar la masa en un molde rectangular.
- Darle un segundo leudado en el molde durante 30 minutos a una temperatura de 30 grados cubierto con un repasador.
- Cocinar en horno a 220°-250° durante 15-20 minutos.
- Retirar del horno, espolvorear con sal gruesa, orégano, romero y tomillo.
- Servir.
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