Faltaban pocas semanas para el estreno de Harry Potter y Las Reliquias De La Muerte, cuando la página Daily Mail conversó con el joven actor Tom Felton sobre lo que significó haber trabajado por una década como el villano Draco Malfoy, su rol característico. Esto fue lo que respondió.
“Ya casi al final (de la saga) hubo sentimientos encontrados. Sé que Daniel Radcliffe y Rupert Grint lloraron cuando completaron su último día de grabación. Pero fue una mezcla rara; es decir, hubo mucha tristeza y también mucha emoción de lo que vendría para cada uno de nosotros”, opinó el rubio.
Para Felton fue agradable tener la libertad de hacer otros proyectos, debido a que por Draco teñían su cabello y cejas de un rubio platino y lo mantenían así durante meses. Tenía prohibido hacer deportes peligrosos como esquiar y tampoco debía broncearse. Usaba protección SPF50 si iba a la playa o piscina, y se sentaba bajo una sombrilla para no ser tocado por el sol.
“Todo lo que viví me hizo crecer muy rápido. Las personas me decían: ‘Agradecé tu fama y riqueza’, pero no compensa la pérdida de mi infancia. Nunca recuperás esos años, y es imposible ponerle precio a eso”, señaló el talentoso actor.
Según Tom, la idea de ser famoso era mejor que la realidad. En lo personal, correspondía siempre al cariño y respeto de sus fanáticos, cuando por ejemplo estaba en estrenos o eventos sociales dentro o fuera de Reino Unido, pero aclaró que ese mundo no era real.
“Gané mucho dinero siendo muy joven. Mi mamá invirtió una parte en propiedades y me dejó comprar cosas típicas de niños. Desperdicié cantidades en automóviles, y lo siguiente fue que me metí en problemas con el recaudador de impuestos. Pasé año y medio con un contador tratando de comprender el IVA y cosas por el estilo, tuve que madurar”, confesó.
Después de su salida del mundo creado por J.K Rowling, tuvo que comenzar a hacer nuevas audiciones en Hollywood, y pelear con otros artistas por papeles codiciados. Eso fue distinto al trato de estrella juvenil “intocable” que mantuvo por años.
“Mi última audición fue cuando tenía 12 años, pero volver a salir no es fácil. Fui a Los Ángeles para ver cómo era, y después de mi primera audición casi me desmayo. Me temblaban las piernas y sentía que necesitaba tomar mucha agua. Fue la peor experiencia de mi vida”, concluyó.