Poco después de que se conociera la muerte del magnate de Playboy Hugh Hefner, surgieron reacciones en la Web sobre la polémica vida de ese famoso personaje del entretenimiento para adultos.
A juicio de algunos, Hef fue un ícono cultural que reinventó la manera en cómo se hablaba del sexo; mientras que otros argumentaron que el multimillonario veía a las mujeres como objetos sexuales y que era un enemigo del movimiento feminista. Acá hay varios hechos que todavía dan paso a la controversia:
Amigo del feminismo
En la portada de Newsweek de 1986, Hugh se proclamó un fuerte feminista, y para su sorpresa varios grupos de mujeres estuvieron de acuerdo.
“Playboy se mantuvo en un terreno común, con elementos liberales del movimiento de mujeres. El magazine cuestionó la ideología salarial de la familia, que insistía en que los esposos y/o padres responsables cuidaran a las amas de casa económicamente”, dijo Elizabeth Fraterrigo, profesora de Loyola University of Chicago.
Señaló que, al normalizarse la sexualidad de las mujeres en público, Hefner ayudó al movimiento de liberación femenina. La compañía apoyó la legalización del aborto, la educación sexual y el control de la natalidad.
El siempre editor en jefe hasta nombró a su hija Christie presidenta de Playboy Enterprises en 1975, luego directora ejecutiva y presidenta en 1988. Ocupó doble cargo hasta 2009, convirtiéndose en la presidenta y directora ejecutiva con más años de servicio de una empresa pública en Estados Unidos.
Contra la revolución femenina
Varios opinaron que Hef en lugar de empoderar a las mujeres “les dio un papel más restrictivo para elegir”. La escritora feminista Jessica Valenti afirmó que para Hugh sus tantas chicas alrededor eran simples “trofeos coleccionables” y nada más.
Para saber cómo era el mundo de la Mansión Playboy a puertas cerradas, la periodista Gloria Steinem se puso en la piel de una conejita en 1963. Ella describió el trabajo como degradante. El atuendo que usaba era “tan apretado que la cremallera atrapó su piel y casi todas sus compañeras debían rellenar sus sujetadores para mejorar el escote”.
Otras ex playmates describieron su paso por la casa de Hef como una experiencia no tan placentera, pues vivieron “situaciones opresivas sintiéndose dependientes y manipuladas”.
Quizás la mejor idea de la conflictiva relación de Hefner con el movimiento de mujeres, se dejó entrever en su diálogo de 2010 con Vanity Fair. Cuando el periodista le preguntó si creía que las mujeres eran objetos, respondió: “¡Lo son!”. Luego, en su defensa recitó el modo en que Playboy había luchado en el nombre de todas ellas.