Aunque todo el mundo lo conoce como Bruno Mars, el artista tiene claro que su nombre de pila es Peter Hernández, apellido que lo une a sus raíces puertorriqueñas.
De padre boricua-judío de Nueva York y madre filipina-española, el multiganador del Grammy reafirmó su identidad y desmintió que haya adoptado un nombre artístico porque se avergonzaba del verdadero.
El apodo Bruno se lo puso su padre, Pedro Hernández, cuando tenía dos años porque le gustaba mucho el luchador Bruno Sammartino. Posteriormente lo unió con Mars para dar la idea de que es algo que supera lo terrestre.
El músico, productor y bailarín recordó las situaciones de prejuicio racial que enfrentó durante su vida en Hawaii, donde no prevalecían los puertorriqueños, y por su pelo creían que era blanco y negro. El sentirse que no pertenecía a ningún colectivo concreto en Honolulu hizo que Bruno trabaje en duro para concientizar a las personas y evitar que otros jóvenes se sientan como se sintió él.
Su infancia en Hawái fue feliz y difícil a la vez. Durante dos años vivió en una más que austera construcción de cemento en medio de Paradise Park, un zoológico de pájaros, luego del divorcio de sus padres. No tenían baño y debían cruzar todo el parque para ir al que estaba más cerca. En aquellos complicados años, el artista, su hermano y su padre durmieron en la parte trasera de un vehículo y en las azoteas de los edificios.
Lejos de considerar que esa etapa le traumatizó emocionalmente, Bruno siempre sostiene que le proporcionó la fortaleza y las herramientas para lidiar con los obstáculos de la industria musical. Dijo que en aquel entonces lo tenían todo, los unos a los otros, jamás sintieron que su situación era el fin del mundo y sabían que era algo temporal.