La actriz y princesa Grace Kelly no necesitó una trágica muerte para convertirse en leyenda. Sus películas con Alfred Hitchcock y su boda con Raniero III de Mónaco hicieron de ella un mito viviente, aunque eso no se reflejó en su cuenta bancaria.
Cuando el 14 de septiembre de 1982 perdió la vida en un accidente de coche, la protagonista de La ventana indiscreta, de 52 años, tenía a su nombre apenas 10.000 dólares (cerca de 8.500 euros) y una vieja casa de campo en Irlanda que perteneció a su abuelo.
Cómo acabó con tan poco una de las mujeres más famosas del siglo XX es el tema del que se ocupa el documental Grace Kelly: The Missing Millions, emitido hace unos días en la cadena británica Channel 5. Según estima en el mismo la especialista en contabilidad forense Gemma Godfrey, lo normal es que Kelly hubiera terminado sus días con un patrimonio similar al de otras estrellas de la época como Audrey Hepburn, que contaba con una fortuna de unos 85 millones en el momento de su muerte.De haber continuado su carrera, calcula Godfrey, habría muerto con unos 50 millones de dólares, pero eso fue precisamente lo que no pudo hacer la princesa.
Grace Kelly aceptó la renuncia a su carrera profesional que le impuso el príncipe Raniero III para casarse, lo que al contrario que a Audrey Hepburn y otras de las estrellas del momento le impidió capitalizar su fama participando en nuevas películas o colaborando con marcas de lujo.
El documental revela además que, para casarse, Grace Kelly tuvo que desembolsar a la casa principesca de Mónaco una dote de 2 millones de dólares (unos 1,7 millones de euros), una suma para le que tuvo que recurrir a una inversión en la herencia que esperaba recibir de su padre, un rico empresario de Filadelfia, pues el dinero que había conseguido en Hollywood no bastaba.
Según analiza The Missing Millions, que esa fortuna que había amasado con su trabajo como actriz de cine no fuese mayor se debió a la brecha salarial de género.
En 1953, por su trabajo en Mogambo, Grace Kelly recibió 750 dólares a la semana frente los 5.000 que ganó en esa misma película Clark Gable. Y aunque cuando rodó Atrapa a un ladrón (1955) acababa de ganar el Oscar a la mejor actriz, Kelly ganó 5.000 dólares en comparación con los 18.750 que se embolsó su compañero de reparto, Cary Grant.
Fuente: revistavanityfair.es