Hace un año, Harry y Meghan Markle se alejaron para siempre de la familia real británica y se fueron del Palacio de Buckingham; se sentían incómodos formando parte de la Corona y soñaban con vivir una vida más tranquila en California, donde hoy residen.
Feliz por su segundo embarazo, después de anunciar que juntos están a la espera de una beba, Harry y Meghan se animaron a contar por qué renunciaron a la vida "real". Por su parte, ella denunció "racismo" en la corona. Especialmente, cuando estaba por nacer Archie, el primer hijo de la pareja. “Hubo conversaciones sobre qué tan oscura sería la piel del bebé”, dijo en diálogo con Oprah Winfrey. Además, reveló que pensó en el suicidio: "Yo no quería vivir más”.
Por su parte, Harry contó que de no haberse casado con Meghan jamás se habría animado a dar el gran paso de renunciar a la vida real. “Estoy muy aliviado y feliz de estar sentado aquí, hablando contigo, con mi esposa a mi lado... Porque no puedo ni imaginar lo que debe haber sido la vida para ella (por Diana, su mamá), pasando por este proceso sola, hace tantos años. Porque ha sido increíblemente difícil para nosotros dos, pero al menos nos teníamos el uno al otro”, reflexionó.
“Hubo muchas oportunidades para mi familia de mostrar apoyo. Sin embargo, nadie dijo nada en tres años... Eso dolió”.
Además, si bien subrayó que hubo "falta de apoyo de la Casa Real”, no culpó a la Reina. De hecho, subrayó que ella había sido buena con él. En cambio, dijo que su padre, el príncipe Carlos, ya no les habla.
“Hubo muchas oportunidades para mi familia de mostrar apoyo. Sin embargo, nadie dijo nada en tres años... Eso dolió”, cerró Harry, apenado por ya no tener contacto con su familia.