A pesar de la pretendida apertura cultural de Marruecos, el show de Jennifer López generó que un ciudadano la denunciara por "ultraje público al pudor", un delito tipificado en el código penal local. El recital de la neoyorquina se dio el viernes por la noche, en el marco de la 14ª edición del Festival Mawazine, patrocinado por el propio rey Mohamed VI, y fue presenciado por 160 mil personas en Rabat.
Vestida con el tipo de prendas que suele usar, y con las coreografías habituales en sus espectáculos, la cantante se confesó sobre el escenario antes de entonar First love: "Estoy tan contenta de estar aquí esta noche. Llevaba años queriendo venir. Gracias por tenerlos. (...) Quería hacer algo especial para ustedes. Los quiero mucho". Así y todo, legisladores oficialistas de fuerte fe islámica apuntaron contra la artista y, sobre todo, al canal que retransmitió el concierto por la televisión pública y calificó el hecho de "rechazable e inaceptable", además de "contrario a la ley".
Otro ministro se sumó a las críticas por considerar que la morocha estaba “demasiado desnuda”. Lo más irónico es que la familia real en pleno estaba presente como plateista vip.
El episodio vino a poner sobre la mesa las contradicciones de una sociedad en la que aún se castiga con cárcel las relaciones extramatrimoniales y la homosexualidad, que a la vez apenas está separada por el Mar Mediterráneo de Europa.