El regreso de Miguel Ángel Solá (74) para trabajar en Argentina le produce una mezcla de felicidad y nostalgia que Maxi de la Cruz (48) detecta con claridad, ya que forjaron una deliciosa complicidad durante las funciones de Mi Querido Presidente.
La comedia, que no tiene relación con la homónima película de Michael Douglas, estrena el el viernes 10 de enero en el teatro Apolo con producción de RGB, y antes del gran debut los protagonistas se relajaron en una charla con Ciudad.
“Es una obra muy divertida. Es una obra donde quizás por el título mucha gente dice es un tema político, van a hablar. No, no se habla de política para nada. Y eso es lo lindo de esto”, aclaró el actor uruguayo.
Por eso mismo a Miguel Ángel le brillaron los ojos cuando explicó la alegre reacción de María (27) y Cayetana (23) (hijas fruto de su pareja anterior con la actriz española Blanca Oteyza), o se queda al borde de la lágrima al pensar en cuánto le gustaría que que Adriana (11), su niña producto de su relación con Paula Cancio (40), pudiera verlo sonreír sobre las tablas.
-¿Cuál sería el conflicto argumental?
Maxi: -Es que el presidente, que en este caso soy yo, tiene un pequeño problemita a la hora de asumir esa misma noche y tiene que hacer su discurso por primera vez a sus votantes. Está un poco nervioso, pero se le suma que tiene una pequeño picazón a la hora de hacer su discurso, y le mandan a un psiquiatra, que es un genio, una eminencia, lo traen a él (Miguel Ángel) para que lo ayude a solucionar esto.
Desde ahí en adelante es un diálogo entre hombres que sin conocerse van aprendiendo a conocerse, a quererse y a curar cosas.
Miguel Ángel, estabas muy cómodo en España, con mucho éxito, con familia. ¿Qué te trajo a la Argentina? ¿El guón? ¿Extrañar a la familia?
Mira, todo un poco eso. Lo que me trae a Argentina es el hecho de venir a ser mi querido presidente, Que me encantó hacerla con él en el verano de Punta del Este. Vimos en la gente lo que le pasaba a la gente, lo que le sucedía, lo que querían y estaban demandando. Y fueron llegando a la conclusión de que era la obra que querían escribir ellos. Entonces nos contagiaron.
-¿Hubo buena onda entre ustedes?
Miguel: -La relación fue bella de entrada. No nos conocíamos.
Maxi: -No nos conocíamos. Bueno, yo lo conocía a él, obviamente.
-¿Cómo legaron a reunirse en un escenario entonces?
-Fue Gustavo Yankelevich el que dijo, “pregúntale a cada uno si quieres esta obra. Vamos a juntarlos”. Y ahí fue como una chispita que se encendió y nos paramos.
-Miguel, te voy a hacer una pregunta incómoda y quiero ver la reacción de Maxi. ¿Vos tenías información sobre Maxi de la Cruz?
Miguel: -Ninguna. La primera información que tengo de Maxi, es a través de un Zoom que había organizado el equipo de Gustavo y Max Otranto, nuestro director, para que nos conociéramos. Y para que pasáramos, hiciéramos una lectura de la obra. Entonces me encontré con una bestia parda que hacía todo, todo, todo.
Decía, no solo decía el texto, sino que gestualizaba, que hacía todos los gestos, lo que iba, se levantaba, se paraba, iba, hacía un lado, hacía otro, decía todo era un tipo bárbaro.
Maxi: Yo estaba desesperado. Tenía que dar todo, claro. Era como que me llamaban para ir a jugar al Barcelona y tenía que dárselo a todos, hacer el pase a Messi, hacer todo.
Miguel: -Joder, debutó en primera, para mí el primer día me encantó, me conquistó totalmente. Y terminé y dije, “qué lindo, qué lindo es ver a un actor así, con tantas ganas del teatro, con tantas ganas de contar esta historia que vamos a contar”. Sí. Me anoto como loco, claro que sí.
-¿El casting de Maxi fue la única clave, Miguel?
-Además, la actitud de Gustavo al llamarme y decirme si quería venir a trabajar. La verdad es que había recibido una sola invitación para trabajar en Argentina, de Pablo Echarri y de Martín Seefeld, para hacer La Leona (2016) en todos estos años. Y entonces me pareció maravilloso y además tuve la sensación de que nos íbamos a llevar muy bien. Y nos llevamos muy bien.
Miguel Ángel, en España a las mujeres de tu vida, a Paula Cancio, tu pareja, y a tus hijas. ¿Cómo va a ser es la relación a la distancia?
-Llegué hoy (viernes), y vine a ahorrar, no vine a gastar. No puedo ni traer nada. No puedo ni traer a mis hijas, ni puedo ir a verlas. Simplemente vine tres meses a trabajar y que son los tres meses en que yo no voy a trabajar allí con Paula y que es lo que nos da la comida, el sustento. Entonces tengo que trabajar y ganar mucho dinero.
Miguel Ángel Solá: “Vine a ahorrar, no vine a gastar. No puedo ni traer nada. No puedo ni traer a mis hijas, ni puedo ir a verlas”.
Maxi: -Pero en Punta del Este fue una de tus hijas fue a verte.
Miguel: -Sí. Mi hija mayor y terminó enamorada de la obra. Sí. Es una de las cosas más bonitas de la obra. ¡No sabés las cosas bonitas que escribió! Porque además me veía feliz. O sea, de tanto verme sufriendo arriba del escenario, haciendo tantas cosas. Y entonces a mí me quedó eso de querer que la vea la enana, pero la enana paga billetes de avión de adultos. No se puede...
Miguel Ángel Solá: “Mi hija mayor y terminó enamorada de la obra. Sí. Es una de las cosas más bonitas de la obra. ¡No sabés las cosas bonitas que escribió! Porque además me veía feliz. O sea, de tanto verme sufriendo arriba del escenario, haciendo tantas cosas”.
-Maxi, vos sos padre, tenés dos hijos y la tenés más fácil...
-Lo mío es un poco más fácil. Tengo una hija ya grande, de 23 años, actriz también ella que está trabajando, pero en Uruguay. Y después tengo el otro enano acá, Santino. Santino que sí, es compinche. Venía a ver la obra siempre. Está acá, en Buenos Aires, así que va a venir seguramente a ver la obra.
-Para que vos puedas ahorrar y que pueda venir toda tu familia a la Argentina, ¿estás para sumar días y hacer doble función?
-Hicimos doble función en Punta del Este, y la pasábamos muy bien, bueno, la segunda sale todavía más linda que la primera. Sí. Pero, lo que pasa, sí es cansador porque, pero no a él que es un pendex, pero yo tengo siete cuatros, así que, pero me encanta la idea. A mí, yo no me tiro atrás. atrás.