La vida de Raúl “Chato” Padilla empezó y terminó indefectiblemente unida a su vocación de actor. Porque a sus cuatro años, este mexicano nacido en Monterrey en 1918, ya tomaba sus primeras clases de actuación en la escuela de su padre, empresario teatral. Mientras que el final lo encontró, curiosa y tristemente, en un set de grabación: el de El Chavo del 8, ciclo donde se ganó el cariño del público por su personaje, el cartero “Jaimito”.
Y fue el mismo Roberto Gómez Bolaños quien lo encontraría sin vida, tal como lo relató en su autobiografía Sin querer queriendo, donde recordó ese triste hecho sucedido el 3 de febrero de 1994, cuando Padilla tenía 75 años y padecía diabetes.
“Después de grabar lo estuve esperando en la escalera para demostrarle que yo también podía brincar desde el quinto escalón. Pero no bajaba. Entonces subí para ver si le pasaba algo y lo que pasaba es que ya estaba muerto”, narró Bolaños.
Y agregó: “Tenía los ojitos cerrados, como si nomás estuviera durmiendo. Hasta parecía que estaba soñando algo bonito, tenía cara de estar contento. Pero no puede ser, porque ni modo que le diera gusto morirse. O quién sabe, porque Jaimito siempre decía que quería evitar la fatiga... O sea que ya evitó la fatiga para siempre”.
“Tenía los ojitos cerrados, como si estuviera durmiendo. Hasta parecía que estaba soñando algo bonito, tenía cara de estar contento. Pero no puede ser, porque ni modo que le diera gusto morirse".
“Se sabía la letra como nadie. Nunca repetíamos escenas por algún olvido de él. Tenía mucha facilidad para recordar fechas y datos importantes. Era muy respetuoso y disciplinado”, aseguró.
A lo largo de su vida dedicada principalmente a la comedia, Padilla fue parte de más de 60 producciones, repartidas entre el cine y la televisión. Sin dudas, el medio donde obtuvo mayor reconocimiento gracias al personaje del cartero que siempre estaba cansado.
¿Te acordás de Jaimito?