La persecución de la vocación llevó a Agustín Aristarán (37) a pasar de ser un simple mago de Bahía Blanca a convertirse en un artista completo reconocido a nivel continental, primero por sus shows en cruceros y más tarde con sus hilarantes sketchs redes sociales. Y el lanzamiento de Serendipia, el show donde canta, baila, actúa, sublima, hace catarsis y también algo de magia -y que hizo durante dos años en varias salas repletas-, marca su regresó a Netflix con su segundo especial tras el éxito de Soy Rada, y la consiguiente consolidación como humorista.
“Todo lo que digo en Serendipia es verdad. Todo. Todo lo que cuento es real, pasó. Probablemente tenga condimentos, les aseguro que los tiene para que sea más entretenido. O menos real otras veces. Pero sucedió todo. A mí me gusta hacer ese tipo de humor, humor real con cosas que me pasaron. Me costaría mucho hacer comedia inventando una historia”, dice Rada en una charla distendida con Ciudad.
Por momentos está acompañado de su banda Soy Rada & the Colibriquis y adaptó Serendipia para el gigante mundial del streaming bajo la producción Nippur Media y dirección de Pablo Faro. Plantado en el centro del escenario del teatro Astral, allí mismo avisó que se escucharían “risas grabadas”, al mejor estilo de las sitcom estadounidenses, ya que las butacas estarían vacías por las restricciones de la pandemia.
De todas formas, la promesa de hacer reír al espectador se cumple a lo largo de la hora que dura el stand up. Hijo de un comerciante y una fonoaudióloga y docente, y hermano de un programador recibido en el MIT, Agustín habló con este sitio sobre la presión de siempre ir por más éxito y dinero; de su relación con Bianca (15), su hija sobre quien habla en Serendipia; y de su profundo amor por Fernanda Metilli, la mujer que lo introdujo en el mundo del stand up.
-¿Cómo fue pararse en el centro del escenario ante un teatro vacío para hacer reír?
-Tuvimos muchas cosas a favor. La principal es que Serendipia lo hicimos mucho, un montón. Dos temporadas en la avenida Corrientes, una gira muy larga por gran parte del país, Chile. Lo hicimos muchas veces, por eso lo teníamos aceitado. Claro que tuvimos que adaptarlo para la plataforma, en tiempos y otras cositas que acomodamos. Por otro lado, también tuvimos tiempo de ensayo para hacerlo de tal manera que el público sea prescindible para la filmación. Aunque el público nunca es prescindible, pero lo pudimos sacar adelante entendiendo internamente en qué momento la gente se estaba riendo porque habíamos hecho Serendipia tantas veces antes. Por supuesto, nada le gana a que el público esté ahí. Lo que tiene que pasar es que haya público para que los que actuamos esté justificado que actuemos. Fue una fiesta de desde el minuto uno que dijeron “grabamos”, hasta el corte.
"Bianca no se enojó todavía. En algún momento llegará el momento en que tenga que enojarse con el papá y que eso sea súper sano. Ella nació con este papá y esta realidad en que su papá se sube al escenario o hace cosas".
-¿Por qué te costaría tanto hacer reír inventando completamente las historias?
-Porque lo estaría haciendo pero no desde Agustín, sino desde el papel de un actor si tuviera que inventar una historia para hacerlos reír. O contar una historia ya guionada. Pero esto sucedió todo.
-¿Por qué contás cosas tan íntimas de tu vida y la de tu familia?
-La base del Stand up tiene eso, ser autorreferencial, contar lo que a uno le pasó para que el espectador se refleje o no, pero le pase algo con eso. Lo hice con tranquilidad, me subí al escenario y conté todo eso.
-Según la Real Academia Española de Letras una "serendipia" es un "hallazgo valioso que se produce de manera accidental o casual". ¿Cuál sería la serendipia de tu vida?
-Mi hija, sin dudas.
-Hablás mucho de Bianca en este y otros shows. ¿Se divierte con ser protagonista de tus historias? ¿Se enoja y te marca límites?
-No se enojó todavía. En algún momento llegará el momento en que tenga que enojarse con el papá y que eso sea súper sano. Ella nació con este papá y esta realidad en que su papá se sube al escenario o hace cosas. La verdad es que Bianca es siempre consultada cuando está involucrada, sobre todo en Serendipia, que lo vio. Es de los trabajos que hice que más le gusta, me lo dice siempre. Por supuesto que antes de encarar esta cosa tan grande, que es un especial en Netflix, le consulté y avisé absolutamente todo, y se lo pregunté en varias oportunidades, no una vez y listo. Es para tener la confirmación segura, porque no dejo de contar cosas que tiene que ver con ella
.-Entonces, ¿de verdad jugabas a que tu hija te sacaba el diablo de adentro?
-Sí. Si bien lo que cuento es de esa Bianca chiquita, y con un montón de montón de condimentos. Como cuando habla de que ella me exorcizaba y me sacaba el diablo del cuerpo, que tiene un montón condimentos, la base de la anécdota pasó. Esa Vicky de la que hablo que quedó aterrada porque al papá de su amiga lo había agarrado el diablo existió. Yo tuve que explicarle al papá que era un juego que tenía con mi hija. Por eso, si Bianca me da un visto bueno que siento real, se va para adelante, y si siento una duda se cambia el plan. Porque ante todo yo soy el papá de Bianca.
-Por el hecho de hacer humor con tu historia de vida personal es posible que en algún momento se te acaben las anécdotas. ¿Cómo pensás hacer para generarte más material para sublimar en el escenario?
-Es cierto, en algún momento se me acabará el material. Pero tengo una vida tan intensa e increíble que tengo anécdotas todos los días. Tengo muchas que no conté, y también estoy atento a todo lo que pasa todo el tiempo para poder sacarle la comedia, el cuento o la anécdota. Mucho hacemos las cosas por la anécdota.
-En el especial también mencionaste cierta presión por aprovechar el momento y ganar mucho dinero, incluso a costa de tu bienestar en un diálogo dramático con un psicoterapeuta. ¿Experimentaste eso?
-Sí, me re pasó. ¿Quién no sufre esa presión? ¿Quién no tiene el mandato de que hay que ser cada vez más exitoso? ¿Tener un auto más nuevo y más caro? Tener la casa… Estamos en ese plan en este lado del mundo, donde todo cuesta tanto. Entonces, el que tiene un poco más que el otro vive mejor. Y padecí toda esa mierda… Es un fantasma que tenemos de donde venimos todos los de acá, hijos o nietos de inmigrantes que venían con nada, fueron juntando, tenían cada vez más, querían tener la alacena llena y esas cosas. Pero por suerte pude desterrar muchas de esas cosas que fuimos heredando con gran trabajo interno que hago. Y claro que lo sufrí…
"No me considero famoso, no sé si lo soy. No me gusta eso. No porque ser famoso sea mucho o poco, sino que creo que hay gente conocida y gente famosa. Yo vivo una vida relativamente normal".
-¿Cómo te pegó la fama mundial a vos que venís de Bahía Blanca, remándola de chico como mago? ¿Te genera fobia?
-Fóbico no soy. Me gusta. Tampoco me considero famoso, no sé si lo soy. No me gusta eso. No porque ser famoso sea mucho o poco, sino que creo que hay gente conocida y gente famosa. Yo vivo una vida relativamente normal. Cuando salgo de mi casa no tengo un problema porque alguien se me tira encima. Me reconocen mucho pero siempre con muy buena onda. Me dicen “Hey, Rada, ¡¿qué hacés?! Me encanta lo que hacés”. Siento que el famoso es el que no puede vivir y que está más solo que la mierda porque no puede hacer ninguna.
-Para el especial te las ingeniaste para que los chistes se entiendan en toda Hispanoamérica sin que pierdan gracia.
-Sí, hablo medio en neutro o argento. Pero toda mi comedia siempre fue pensada así porque yo viajé mucho por América Latina y Europa haciendo magia y comedia en mi otra vida. En mi vida de mago. Lo hice mucho, y siempre mi comedia la pensé de una cosa universal, para que la pueda entender un gallego, un colombiano o un chileno, y sin perder lo que soy yo, un argentino haciendo comedia y buscando cambiar las palabras que sé que solo funcionarían acá para que se entiendan de forma más universal.
-¿Cómo es compartir la vida y el trabajo con Fernanda Metilli?
-Es hermoso. Con Fer no convivimos, por eso estamos tan bien hace mucho tiempo. Estamos muchísimo tiempo juntos y es maravilloso. Lo bueno es que no somos una pareja de comediantes de puertas para adentro. No estamos todo el tiempo compitiendo a ver quién hace el remate más gracioso para sacar la mayonesa. Somos normales, nos apoyamos mucho, creo que nos enseñamos mucho. Fernanda es una mina que me abrió la puerta al mundo del stand up y me enseñó todo eso, está todo el tiempo entendiendo el mecanismo de la comedia y me baja una data increíble. Y también en la vida, que es lo mismo. Nos enseñamos, nos apoyamos, acompañamos, nos morimos de miedo juntos. Les recomiendo a todos tener una pareja como la mía y la de Fer. La pasamos muy bien.