Michael Jackson murió a los 50 años en 2009 y su nombre vuelve a ser noticia, once años más tarde. Esta vez, no por las acusaciones sobre pedofilia y abuso en su contra, sino porque salieron a la luz horrorosos detalles de su autopsia.
El diario The Sun dio a conocer las revelaciones que se desprenden del informe forense que los expertos redactaron tras encontrarse con su cuerpo devastado por las numerosas cirugías estéticas, los excesos y la anorexia.
El Rey del Pop, que murió de un paro cardíaco provocado por una sobredosis de un calmante llamado propofol, estaba calvo y sus labios estaban tatuados de rosa, mientras que las líneas oscuras de sus cejas también estaban marcadas con tinta.
A la vez, la zona frontal de su cuero cabelludo, donde nace el pelo, también estaban tatuados de color oscuro, simulando cabello.
Según consigna esa publicación, las caderas, muslos y hombros del cantante estaban surcados por pinchazos que le dejaban las inyecciones de analgésicos que todos los días le administraba Conrad Murray, su médico personal, declarado culpable de homicidio involuntario.
“Era piel y hueso, se le había caído el pelo y no había estado comiendo más que pastillas cuando murió”, dijo una fuente a The Sun, que señaló que su cuerpo desfigurado a causa de años de cirugías plástica que le dejaron cicatrices detrás de las orejas, en la nariz, en la base del cuello, en las muñecas y en los brazos, daban cuenta de su pésimo estado físico.
Además, su espalda tenía cortes y los forenses descubrieron que su melena por los hombros era, en realidad, una peluca que el artista llevada pegada.
“Era piel y hueso, se le había caído el pelo y no había estado comiendo más que pastillas cuando murió”.
Este último dato había sido comentado en el documental Killing Michael Jackson, que cuenta con la palabra de tres detectives que participaron en la investigación de la muerte del músico, a quien se lo encontró sin vida en una caótica habitación atestada de analgésicos.