Se disfrazan de lo que no son, ponen cara de circunstancia y arremeten con temas serios envueltos en chimento. Productores, conductores, cronistas, movileros y panelistas forman parte de esa cadena culpógena, que los envuelve y los arrastra a lo peor: la falta de coherencia.
Generalmente, el temario es parecido y la única guía es el morbo, en pos del rating. Y nada tienen de malo, buscar buenas mediciones. El rating es sinónimo de publicidad y continuidad laboral. Lo cuestionable es la cáscara de ese carozo.
Esta semana hubo varios tópicos: Wanda Nara, Jacobo Winograd, Nazarena Vélez, el femicida de Pilar y el asesino de Virginia, entre tantos otros. En todos los debates, lo que más aportaron es confusión. Y no de manera inocente.
En el caso de Carlos Colosimo, denunciado (en la Justicia) por el abuso de dos menores compañeras de su hija de 12 años, la gran mayoría no solo tituló “El Tío de Wanda acusado…”, sino que además cargaron tintas sobre Wanda, Zaira, y hasta Mauro Icardi: Se dijo “¿cómo permitía Wanda que su tío se relacione con sus hijos?”, “¿cómo no salen a dar la cara Wanda y Zaira, que siempre fueron tan mediáticas?” y unas cuantas estupideces más en cadena. Les importaba más el vínculo familiar con la mediática del supuesto abusador, que el delito en sí.
Lo mismo ocurrió con Jacobo Winograd, que a través de un audio de WhatsApp, fue denunciado por enésima vez como proxeneta. A sabiendas de la popularidad del sujeto, usaban ese audio e imágenes de archivo (hasta las peleas de ZAP), para hablar de “un tema serio como la trata”. Ahora, ni siquiera aportaron una orientación de soluciones o prevención sobre la explotación sexual de las personas. Nada, nada de eso.
En el caso del femicida Fernando Farré, que acuchilló y mató a su esposa, también los invadió el amarillismo extremo. Las imágenes del vestidor ensangrentado se mezclaban permanentemente con fotografías del asesino con celebrities (nacionales e internacionales). Se habló de su currículo, de cómo era el country, a qué eventos concurría, su nivel de vida. Y muy por encima, de los episodios violentos anteriores. De hecho, no se logró ningún testimonio interesante al respecto. Todo superficial, como si la movida de #NiUnaMenos no hubiese servido para nada. Hasta muchos, torpemente, hablaron del ”crimen pasional”.
Ejemplos como los citados abundaron en todos los horarios, en esos programas que miran altaneramente al mucho del chimento. Las herramientas del mundo del espectáculo invadieron los noticieros, los programas periodísticos y los magazines, mil años atrás. Sin embargo, todavía hay “profesionales” que lo único que no hacen es ser sinceros. Y es algo que tanto, no cuesta.