El trabajo de orfebre con el que Peter Lanzani (31) compuso el personaje de Tadeo en El Reino, donde comparte el elenco con Diego Peretti, Mercedes Morán, Chino Darín, Nancy Dupláa y Joaquín Furriel, hizo que su luz propia lo hiciera brillar con enorme intensidad en medio de esa verdadera constelación de estrellas. "Tengo una relación con la religión hasta cierto punto. Creo que un poco ese era el desafío del personaje, contar la fe en tiempos de hoy a través de una pantalla no es tan sencillo", cuenta con humildad.
Con el mismo compromiso para encarar roles complejos con enorme solvencia, como fue Nelson Segovia en Un Gallo para Esculapio, o Alejandro Puccio en El Clan, ahora Peter se pone en la piel de un fiel miembro de la congregación religiosa que lidera el pastor Emilio Vázquez Pena (Peretti) en la taquillera serie de Netflix. Gracias a ese éxito, el gigante del streaming anunció que habrá segunda temporada.
"Fuimos trabajando el personaje en base a lo que pedía el guión de Marcelo y Claudia Piñeiro. Estaba clarísimo cuál era el recorrido del personaje", comenta satisfecho por su labor en una entrevista con Ciudad, evidenciando el enorme crecimiento profesional que tuvo desde que arrancó hace 15 años en Chiquititas sin fin.
-¿Qué te pasó al leer el texto?
-Ni bien lo leí se me vino a la cabeza Aliosha de Los Hermanos Karamazov, que es un personaje parecido porque está en una búsqueda similar, pero a la vez, de alguna manera todo su entorno lo atraviesa porque lo hace cuestionarse muchísimo. Mi personaje también viene con un trasfondo bastante intenso, por eso empatiza bastante con el personaje del Chino, Julio Clamens.
-¿Cómo describirías a Tadeo?
-Es un tipo librado al prójimo, es un hombre de fe que va en busca de ayudar a quien más lo necesita. Había ahí una parsimonia que había que tratar de mantener y a lo largo que avanza la historia uno se va dando cuenta que los trasfondos de los personajes empiezan a aflorar, y en base a eso empiezan a entretejerse y generar ese misterio.
-¿Cómo lograste hacer tan natural ese tartamudeo?
-Surgió porque sentía que el personaje necesitaba un poco de eso. Su pasado, de una u otra manera es bastante intenso y se muestra a lo largo de la serie. Fue escuchar, repetir, escuchar y repetir. Hay una serie de engranajes en el por qué, en qué tipo de palabras y situaciones al personaje le cuesta expresar. Pero nunca desde un pesar, sino desde una realidad, porque el personaje viaja bastante liviano a lo largo de la serie.
-¿Tuviste temores por tener que grabar en plena pandemia de covid?
-Miedos creo que los pasamos todos, el planeta entero. Lo que sí teníamos era el desafío y el compromiso de ser la primera ficción audiovisual dentro de la Argentina de crear un protocolo para que se pueda filmar.
-¿Hubo casos de infectados durante el rodaje?
-Los contagios eran inevitables, porque es inevitable, pero tuvimos pocos contagios y no fue masivo. Entonces quiere decir que se pasó la prueba de fuego, que funcionaron las burbujas y protocolos. Eso abrió el mundillo para que hoy en día podamos seguir filmando otras cosas.
-¿Cómo fue la experiencia de actuar en el contexto de la pandemia, protocolos mediante?
-Le quita un poco de esencia. A mí no me gusta estar en un camarín, prefiero estar tirado en el piso charlando con un técnico, o preguntándole al director de fotografía el por qué de una cosa o de la otra. Pero lo tomamos con la responsabilidad que sabíamos que teníamos.
-¿Eso tuvo un impacto negativo a la hora de encarnar los personajes?
-En cuanto al trabajo técnico nuestro fuimos con toda, porque el proyecto había que hacerlo igual, y aunque tengamos esa limitación no podíamos limitarnos a que eso haga que nuestro laburo sea peor. Fue funcionando igual, fuimos a tratar de hacer lo mejor posible, y creo que superamos las expectativas con creces porque nos fue muy bien en el proceso y en el resultado.