Mientras el asesinato de Fernando Báez Sosa a manos de una patota de rugbiers a la salida de un boliche en Villa Gesell sigue manteniendo en vilo a la sociedad, Pablo Ventura (18) -uno de los acusados del brutal crimen, por el que sigue imputado a pesar de que demostró que no estuvo en el lugar del hecho en la madrugada del 18 de enero- habló del calvario que vivió tras pasar cuatro días en la cárcel antes de recuperar su libertad.
"Yo estaba durmiendo cuando me levanta mi papá y me dice que me habían venido a buscar los de la DDI (Dirección Departamental de Investigaciones) para llevarme a Campana. Ahí me dicen que me tenían que llevar detenido a Villa Gesell y obviamente yo no no comprendía nada lo que estaba ocurriendo. En ese momento, no entendés nada, recién cuando llego a Gesell me explicaron lo que había pasado porque hasta ese momento no sabía nada", comenzó diciendo Pablo, quien estaba acompañado por su papá, José María, en un móvil para Cortá por Lozano.
"Esos cuatro días hasta que me liberaron, fueron un infierno. Si bien me trataron muy bien, fueron cuatro días que estuve totalmente incomunicado, sin saber nada y sin saber qué estaba pasando fuera de donde estaba yo".
"A ellos (por los diez rugbiers detenidos) los conocía simplemente de vista por la ciudad que es una ciudad chica, pero tengo un grupo de amigos totalmente distinto. Yo me enteré de que ellos me nombraban en forma de joda cuando pasaba algo malo, pero nunca tuve un conflicto con ninguno de ellos", agregó, el joven oriundo de Zárate.
Por último, Ventura dio detalles del difícil momento que debió atravesar cuando estaba privado de su libertad: "En ese tiempo no tuve contacto con ninguno de los diez chicos. Esos cuatro días hasta que me liberaron, fueron un infierno. Si bien me trataron muy bien, fueron cuatro días que estuve totalmente incomunicado, sin saber nada y sin saber qué estaba pasando fuera de donde estaba yo".