Completamente enamorada de su novio y aún intentando limar asperezas con su ex, Nicole Neumann recordó cuando se dio cuenta de que ya no estaba más enamorada de Fabián Cubero.
"Todo comenzó al darme cuenta de que ya no estaba enamorada del padre de mis hijas (Fabián Cubero). Viví ese desamor como una frustración enorme. La culpa me carcomía. Ejercía una presión constante sobre mí misma: 'No, no puedo separarme, tengo que lograr una pareja perfecta para el resto de la vida'. No debía repetir con las chicas todo eso que yo había vivido en casa. No podía permitirme causarles ese dolor. Ellas tenían que ser felices", expresó Nicole sobre su preocupación por Sienna, Allegra e Indiana en diálogo con Infobae.
Y reveló qué hacía para descargar su frustración sin que sus hijas se dieran cuenta de que la estaba pasando mal.
"Luché con eso durante un año entero. No podía estar en casa. Llegaba, tal vez, a las 11 de la noche, me calzaba los rollers y salía por el barrio como loca. No quería que mis hijas me viesen triste. Al quedarme sola, bajaba las persianas, cerraba todo y gritaba contra la almohada para descargar todo lo que traía dentro", sumó.
NICOLE NEUMANN LLAMÓ A GABRIEL ROLÓN ANTES DE SEPARARSE DE FABIÁN CUBERO
"Transitaba sin ganas. Sufría insomnio. Había perdido hasta el apetito y vivía como en piloto automático. Estaba apagada. Hasta que un día me dije: 'Pará, esto debe ser lo más cercano a la depresión'", afirmó Nicole sobre cómo se sentía antes de llamar al terapeuta.
Y contó cómo la ayudó a salir adelante.
"Hacía poco me había llegado su libro y ya en la segunda página pensé: 'Debo hacer terapia con él'. Me hizo entender que debía sincerarme con mis hijas. Que disimular lo que se vivía en casa era contraproducente. El mensaje tenía que ser claro para ellas: 'Chicas, no se queden en donde no sean felices, porque jamás harán felices a los demás'. Hacerme cargo era también una forma de liberar a su papá. De decirle: 'Ya no puedo hacerte feliz, andá y lograrlo en otra parte'", sumó.
Antes de cerrar, contó cómo cambió su relación con sus hijas a partir de ese momento.
"Fue como gestar una cofradía con mis hijas. Un equipo. Saben que pueden preguntarme todo. Que todo se habla. Que la verdad de lo que somos y sentimos está aquí, no en los medios. Entendí que está bueno poder decirles: 'Perdón gordas, hoy mamá está un poco triste'. Eso no solo nos unió mucho más, sino que además les dio tranquilidad", sentenció.