Lejos de las cámaras de televisión, rodajes y escenarios, Natalia Oreiro (42) puso en pausa su profesión y se adaptó a las reglas de la pandemia de coronavirus que detuvo al mundo.
Instalada en su casa junto a su marido, el líder de Divididos Ricardo Mollo (62), y su hijo, Atahualpa (8), la actriz y cantante habló con Santiago del Moro en su programa, Juntos podemos lograrlo, que debutó el lunes en Telefe, y describió cómo está transitando la cuarentena y cómo vive el cambio del mundo.
"Mi familia y yo estamos muy bien, estamos a resguardo hace cinco semanas. Estamos con mucho respeto y paciencia, tratando de aprender algo de esto que nos tocó vivir como humanidad".
"Mi familia y yo estamos muy bien, estamos a resguardo hace cinco semanas. Estamos con mucho respeto y paciencia, tratando de aprender algo de esto que nos tocó vivir como humanidad. Intentando pensar que algo bueno va a suceder, algún tipo de crecimiento tenemos que llevarnos los seres humanos de tanta angustia y dolor", comenzó diciendo Natalia, preocupada por la compleja realidad.
Luego, continuó: "En lo personal, estoy bien. Yo que voy para todos lados, que hago cien cosas al mismo tiempo, fue un parate importante. Era un momento de muchos viajes y cosas e increíblemente lo tomé con la aceptación de que, bueno, no me quedaba otra".
"Nosotros contamos con un espacio grande, que tiene verde, que tiene aire, pero esa no es la realidad de la mayoría de todos los niños".
Consultada por su día a día con su hijo, Oreiro dio detalles de cómo Atahualpa asimiló el aislamiento social y remarcó que el rol de los padres, en esta situación atípica, es fundamental: "Los niños y niñas lo toman de una manera más natural. El rol de los padres es fundamental, ellos absorben nuestra energía; si nosotros estamos nerviosos, ellos se ponen nerviosos, si estamos ansiosos, se ponen ansiosos. Creo que es importarte que ellos estén informados de los que está sucediendo, pero no con una sobreinformación. Al menos es lo que yo pienso. Porque está bueno no engañarlos, hablar y preguntarles si tienen alguna duda. En nuestro caso le preguntamos todos los días si tiene alguna duda. Él sabe lo que está sucediendo, pero me parece que la sobreinformación que, lamentablemente los adultos pecamos, de querer saber todo, de meternos en todos lados, todo el tiempo, les genera más ansiedad y es algo que los niños no saben donde colocar".
Consciente de su posición de privilegio en plena pandemia, Natalia se manifestó apenada por los niños que menos recursos tienen: "Ata está feliz, está contento de tener a su mamá y a su papá todo el día para él. Nosotros contamos con un espacio grande, que tiene verde, que tiene aire, pero esa no es la realidad de la mayoría de todos los niños y niñas y, en ese sentido, es duro pensar que un chico tiene que pasar 4, 5, 6, o quién sabe cuánto tiempo encerrado. Los niños necesitan sol, necesitan correr. En nuestro caso está al alcance de él, pero sé que no es algo normal".