El nombre de Natalia Lobo (48) es mucho más que un nombre artístico. Cuando comenzó su carrera, la actriz eligió llevar el apellido de Martín Lobo, que aunque no era su padre biológico fue quien se puso en pareja con su madre y al que desde entonces ella siente y considera su padre.
"Surgió naturalmente. Estamos en pleno proceso. Mamá y papá me lo plantearon. Es un broche de oro a todo este amor. Poner en un papel algo que es obvio hace ya casi 50 años".
“Surgió naturalmente. Estamos en pleno proceso. Mamá y papá me lo plantearon. Es un broche de oro a todo este amor. Poner en un papel algo que es obvio hace ya casi 50 años”, relató, emocionada en Clarín. “En un punto mi padre biológico me entregó. Porque antes de irse conoció a la pareja de mamá. Y me dijo: ‘Cuando conocí a Martín me di cuenta de que iba a ser mejor padre que yo’. Ahí lo terminé de entender. Uno cuando transita su sufrimiento no puede ver que todo es por algo”, contó.
"Me encanta haber sido hija de mi padre biológico, de él heredé esto de la música. Pero él no pudo ser mi padre. Un idealista, un revolucionario en una época difícil con sus amigos desaparecidos. Se escapó, se subió a un barco, armó otra vida".
La madre de Natalia había conocido a su padre biológico en Azul. El hombre era un turista que había llegado a la ciudad bonaerense para sus vacaciones y allí nació el amor. Sin embargo, la dictadura militar hizo que decidiera regresarse a España y su voluntad no fue continuar en contacto con ella: “Yo estuve muy dolida, pero con el tiempo entendés que todo encaja perfecto. Me encanta haber sido hija de mi padre biológico, de él heredé esto de la música. Pero él no pudo ser mi padre. Un idealista, un revolucionario en una época difícil con sus amigos desaparecidos. Se escapó, se subió a un barco, armó otra vida. Capaz no me olvidó y me tenía en una parte de su corazón, pero no podía hacer nada”, señaló.
"Mi papá fue quien estuvo cuando yo estaba enferma, el que me crió, me educó, me pasó sus valores. El otro es un músico encantador, pero es solamente alguien a quien me une la sangre".
A los 16 años años Natalia viajó a España para conocer a aquel hombre: “Yo fui a hacerle todas las preguntas, pero él nunca me pidió disculpas. Nunca lo pensó como un abandono. Mi padre biológico era una persona muy parecida a mí físicamente, tenía mi manera de decir las cosas, pero nunca me llamó para un cumpleaños. Era un extraño”, recordó. “Martín fue quien estuvo cuando yo estaba enferma, el que me crió, me educó, me pasó sus valores. El otro es un músico encantador, pero es solamente alguien a quien me une la sangre”, finalizó.