Durante años, Julián Weich (50) fue el conductor estrella de los primeros y más novedosos realities de la televisión argentina, como Fort Boyard o Expedición Robinson. En esos programas, el objetivo era que los participantes sobrevivan en tierras hostiles bajo condiciones extremas, aunque nunca hubiera imaginado que él mismo sería voluntario para tener una experiencia de ese tipo. ¡En la vida real!
En una entrevista con Perros de la Calle, el periodista reveló cómo fue la semana que pasó en Panamá junto a su hijo Jerónimo (22), junto a quien llegó a dormir en la calle y comer gracias a limosnas. "A los 19 años Jerónimo decidió irse de mochilero con rumbo desconocido. Dejó el trabajo, sus estudios de cine, el gimnasio, el rugby. Al padre, a la madre, la familia... Dejó todo", explicó Julián. Tras lo cual, aclaró que no intentó razonar con él para detenerlo: "No me dio mucho tiempo de regañarlo porque casi que se fue al día siguiente de que nos contó. Lo apoyé, siempre le dije ‘sí, dale’. Después me di cuenta de que tendría que haberle hecho algunas preguntas antes. A los tres días de mochilero estaba en Bolivia, y todo a dedo o en micro. Al principio él tenía algo de plata propia, hasta que en un momento le dije basta a la tarjeta".
"Cuando el año pasado cumplí los 50, la idea era ir a visitarlo. Le dije que iba a visitarlo a con mochila a vivir su vida. En Panamá, que el clima es cálido, es fácil dormir en la calle".
Entonces, Weich continuó relatando el periplo de Jerónimo: "Estuvo así dos años por Sudamérica. Cuando le corté la tarjeta me dijo que me entendía. Vivió de lo que ganaba con los malabares que hacía y de lo que aprendió a hacer en el camino. El de acá se fue haciendo bombones, pulseritas, pintaba casas, era mozo, cualquier cosa. Se fue rebuscándosela. Aprendió a hacer malabares y se profesionalizó con otros malabaristas. Hoy está haciendo malabares en Superí y Olazabal".
"Me hubiera quedado a vivir, porque uno se da cuenta no se necesita nada para vivir, que es más fácil vivir de lo que uno vive porque no teníamos celular, las comodidades y éramos felices".
Así, Julián Weich detalló cómo surgió la idea de celebrar sus 50 años junto a su hijo: "Me fui a vivir una semana a Panamá con él, a hacer malabares y vivir en la calle con él. Fue una experiencia increíble. Cuando el año pasado cumplí los 50, la idea era ir a visitarlo. Le dije que iba a visitarlo con mochila para vivir su vida. Entonces, dormimos en la calle, en la playa, y mientras él hacía malabares y yo pasaba la gorra. En Panamá, que el clima es cálido, es fácil dormir en la calle. No como un homeless, pero nos colamos en un parque nacional y armamos la carpita ahí, otro día fuimos a una playa. Así tres o cuatro días. Después, dormimos en un hostel, porque nos teníamos que volver. Fue una experiencia alucinante. Me hubiera quedado a vivir, porque uno se da cuenta no se necesita nada para vivir, que es más fácil vivir de lo que uno vive porque no teníamos celular, las comodidades y éramos felices".
"La pregunta era qué iba a hacer Jerónimo acá, porque no podía vivir en la calle. Entonces, decidió ser malabarista, pero siguió con su filosofía", cerró Julián, un verdadero papá todo terreno.