El estreno de ATAV 2 trajo, entre sus revelaciones, la presentación para el gran público de Jessica Abouchain, una cara relativamente nueva en el medio pero que lleva más de una década y media incursionando en el teatro y en los musicales.
Jessica entra sorprendida en la redacción multiplataforma que Ciudad comparte con otros medios como eltrece y TN, por lo grandilocuente del lugar, y encuentra el lugar perfecto para la entrevista en un escenario que en la pandemia se convirtió en el improvisado estudio de Está pasando.
-¿Cómo fueron los inicios de tu carrera artística?
-Yo jugaba al hockey, pero se ve que no me gustaba tanto. Me veía que me gustaba bailar y mi mamá me dijo si quería ir a danzas.
Jessica agregó que desde los 8 años estudia danzas, con especial énfasis en danza jazz y zapateo americano, géneros que sigue practicando porque cree que “nunca va a dejar de bailar”.
-¿Y cuál fue el punto de quiebre?
-El quiebre fue cuando fui a ver el musical Fama, que venía solo por tres días, y a mi abuelo le dieron unas entradas, por esas cosas del destino, y nos preguntó si queríamos ir. Y me sentí a mirar eso y dije ‘eso es lo que quiero hacer’.
-Fue un momento de iluminación…
-Claro. Yo tenía 9 años y decía “quiero hacer lo que hace esa chica” que era el personaje de Carmen.
La actriz contó que después de esa experiencia reveladora empezó a ver muchos musicales como los de Liza Minelli, y la advertir que los intérpretes también cantaban y actuaban, empezó a tomar clases de actuación y canto, como un complemento. “Las tres actividades se volvieron mis actividades principales”, acota.
-¿Cómo se logra dominar todo lo que aprendiste?
-Mucha disciplina, pero yo sentía que en algún momento me iba a subir al escenario profesionalmente porque trabajaba mucho para eso. Lo proyecté, pero, además, cuando terminé el secundario comencé una carrera universitaria (Relaciones laborales) en la UBA por las dudas.
-¿Y cuándo llegó ese momento?
-Yo iba a todos los castings, todo lo que se presentara, y había hecho algunas cosas en el off, en obras infantiles. Y a los 19 quedé en Hairspray que encabezaba Enrique Pinti con un gran elenco. Quedé seleccionada y empecé a trabajar profesionalmente, y fue una gran experiencia.
-¿Y cómo recordás esa etapa?
-Sentí adrenalina, emoción, nervios. Después de tanto trabajo, era yo parte de un musical de Broadway hecho en Argentina.
Para Jessica, el hecho de estudiar tantas disciplinas “depende del artista que quieras ser”. “Lo que más me gusta es cuando tiene su impronta. A mí me gusta seguir afilando mi talento para volverme más personal y específica”, explicó.
A la hora de enumerar a las artistas que admira, se decide por las internacionales Liza Minelli y Conchita Rivero, y argentinas como Alejandra Radano, Sandra Guida, y Elena Rogers. “Las vi en obras cuando era chica y son mis modelos a seguir”, señaló.
-¿Estuviste en el ciclo de Susana Giménez en tu debut en la TV?
-Fui bailarina de Susana por dos años y fue buenísimo eso porque estaba haciendo musicales como Mamma mía! y una obra con Pinti, Antes de que me olviden. Hacía dos cosas a la vez y eso lo hice mucho tiempo, tele y teatro.
-No parabas…
-Me gusta y lo disfruto, y después cuando no lo tengo… Me cuesta el ocio, me gusta mucho trabajar. Estoy aprendiendo, y estoy mucho mejor que en otros momentos de mi vida.
Jessica cuenta que después de trabajar con Susana, se convirtió en bailarina de ShowMatch durante tres temporadas, al tiempo que empezó a hacer “bolos” en la TV, hasta que salió su gran oportunidad en el medio con la serie El host (2018), junto a Adrián Suar. “Ahí empecé con un personajito, bailaba y cantaba y estuve las dos temporadas”, recuerda.
-¿Cómo recordás tus tres temporada en ShowMatch?
-El primer casting lo hice para ser partenaire, pero ellos me propusieron ser del staff y siempre me daban un lugar bien destacado, atrás de Marcelo. Y no sé cómo todos los años terminaba como chica ShowMatch, porque les gustaba en ese rol. Y no sé si yo estaba preparada para exponerme tanto, no me gusta entrar en conflicto, que eran los ingredientes que tenía el programa. Pero si me decís de bailar hoy, re bailo. Ya me siento en otro lugar.
-Paradójicamente terminaste siendo la cantante que acompañó a Martín Baclini en Cantando 2020.
- La vida es así, se va dando.
A la hora de definirse entre el teatro y la TV, Jessica no tiene miedo de elegir. “Son cosas tan distintas que me cuesta definirme. El teatro es como mi casa porque siempre estuve arriba del escenario, desde las muestras. Es un desafío cada función porque es en vivo, la gente está ahí y la respuesta es espontánea, nada que ver con la tele que te grabás y lo podrés estrenar un año después”, explica, y recuerda que ATAV 2 se grabó en mayo de 2022, un año antes de emitirse.
-¿Cómo se dio tu llegada a ATAV 2?
-Yo estoy trabajando hace tres años en Inmaduros y un día leí que estaban por hacer una tira nueva y que iba a haber un grupo de vedettes de los años ’80, y siempre me interesó mucho esa época, muy polémica para nuestro país. El teatro de revistas siempre me interesó mucho y como nunca hice revista porque no lo sentí… No me veo con el conchero y las plumas.
-¿Así que trataste de entrar en el casting?
-Le comenté a Pablo Codevila que es mi padrino televisivo, y me contó que sí se iba hacer, y al poco tiempo Adrián me dijo que me iban a llamar. “Te pensé para un personaje” me dijo, y al tiempito me llamó un productor y me dio la bienvenida. El casting lo hice en todas las funciones. Me conoce cómo trabajo y calculo que por eso me eligió.
-¿Te preparaste de alguna manera especial para el papel?
No, creo que doy con el phisique dy rol de esa época. Al ser bailarina, siempre estoy entrenando y con eso me sentía bien. Lo que si me cambié es el pelo. Lo tenía largo y medio lacio y ellos me hicieron la propuesta de cambiar. No sabía cómo me iba a quedar así que hicimos unas pruebas con Photoshop a ver cómo iba a quedar.
-¿Estás en pareja actualmente?
-Sí, con Roberto Pelloni. Estamos juntos hace dos años, pero nos conocemos de antes porque habíamos trabajado juntos en una obra, hace más de 10 años. Pero en la pandemia, Ricky Pashkus volvió a estrenar A Chorus Line, y me propuso cambiar mi personaje, el protagónico, que es el que lleva adelante la historia de amor, y a Roberto le dieron el del director, que es con quien tiene el romance. Así que de ahí sí coincidimos. Empezamos a sentir cosas, y le dije que se me estaba confundiendo las emociones ficcionales con las reales, y se dio. Tuvimos miedo porque cuando estás trabajando con alguien que es pareja, si no funciona y tenés que seguir trabajando… Pero sentía que iba todo para delante.
-¿Cómo te imaginás tu futuro a 10 años?
-No soy una persona que planifique mucho, creo que porque nos han pasado cosas en mi familia que han hecho que vivamos el minuto a minuto. Tal vez debería hacerlo porque es bueno enfocar; pero sí te puedo decir lo que deseo. Deseo tener salud, a mis afectos cerca para compartir las cosas que me pasan y seguir creciendo en el trabajo para ocupar el lugar que sueño. Quiero seguir teniendo la voluntad de buscar mis sueños y no abandonarlos. Ojalá que se concreten.
Y mientras sueña con hacer una versión local de Fama, de Chicago o de Moulin Rouge (atentos, productores), Jessica comienza a recorrer la redacción, y los infinitos pasillos del edificio y así llega a conocer en minutos todas las instalaciones del canal en el que ya es estrella.