El levantamiento por bajo rating de Fanny, la fan generó un debate imprevisto sobre la protección de las ficciones en la tele. Incluso, la insospechada controversia fue de mayor repercusión que el lanzamiento de la comedia.
Por su parte, la Asociación Argentina de Actores emitió un comunicado titulado Que no se apaguen nuestras pantallas, donde señala que "se manifiesta en estado de alerta por la contundente pérdida de pantalla de las tiras y unitarios argentinos (...) Estas políticas empresariales afectan las fuentes laborales de todos los trabajadores del sector, debidas a la falta de regulación y fomento en nuestras pantallas (…) Sobre el caso concreto de Fanny, la fan estamos en permanente comunicación con nuestros compañeros, atentos al cumplimiento de la cláusula de prórroga de los contratos y a que se respeten los valores de los bolos de televisión de los actores participantes de dicho programa".
Las ficciones no están exentas de las reglas comerciales de la televisión, como ningún programa de otro género. Esa misma tele, que muchísimos actores se encargan de denostar sistemáticamente, es mala cuando los excluye y excelente cuando el éxito los acompaña.
Sin embargo, más allá de los reclamos contractuales puntuales y la legítima defensa de las fuentes laborales, tanto el reclamo de la entidad como la de varios actores que individualmente se expresaron en las redes o notas periodísticas, se olvidan aquí que las ficciones corren el mismo riesgo que cualquier otro tipo de producto televiso. No hay normas ni leyes que protejan a los programas periodísticos, de entretenimiento, realities o programas de cocina. Y todos ellos también representan miles y miles de fuentes laborales.
"Cuando el 50 por ciento de la ficción argentina en 2017 en televisión abierta es eliminada del aire de un plumazo, a todos los que integramos la comunidad audiovisual el filo de un puñal helado nos recorre la espalda. Los números de rating y publicidad que gobiernan despiadadamente al mundo de la televisión local, actúan como juez implacable cuya sentencia cumple un brazo ejecutor que no duda ni da lugar a apelaciones: “No me funciona, fuera”. Así, sin anestesia ni tiempo de espera. Esas son las reglas del juego, dicen todos, y a ellas nos ajustamos los que trabajamos en este medio”, expresó también Argentores en un extenso comunicado.
Los culpables van variando con las épocas. Antes, fueron los realities, en otros momentos los periodísticos y desde unos años las “latas” extranjeras. Es hora de que todos empiecen a querer a la tele un poco más, que es un medio maravilloso y popularmente elegido por el público.
Todos estos cuestionamientos, que no dejan de ser válidos, brillaron por su ausencia frente al levantamiento de Quiero vivir a tu lado, que terminó el 27 de mayo, con el protagónico de Florencia Peña por eltrece. Las internas de los actores y sus dirigentes terminan provocando un resultado adverso porque evidencia (como en otros sectores) la desunión de un núcleo de trabajadores. Inclusive, sería más útil para todos los que trabajan en la tele, una congregación de entidades de distintos sectores que se unan para proteger la industria, dejando los egos, los intereses creados y las ideas políticas de lado, simplemente para cuidar a todos.
Las ficciones no están exentas de las reglas comerciales de la televisión, como ningún programa de otro género. Esa misma tele, que muchísimos actores se encargan de denostar sistemáticamente, es mala cuando los excluye y excelente cuando el éxito los acompaña. Los culpables van variando con las épocas. Antes, fueron los realities, en otros momentos los periodísticos y desde unos años las “latas” extranjeras.
Es hora de que todos empiecen a querer a la tele un poco más, que es un medio maravilloso y popularmente elegido por el público.