La visita de Florinda Meza (68) a Morfi trajo un sinfín de recuerdos, tanto en la mujer que corporizó a Doña Florinda en El Chavo del Ocho (1972 a 1979), como en los espectadores. Entre las muchas anécdotas que la mexicana le contó a Gerardo Rozín, sobresalió la historia de amor que tuvo junto a Roberto Gómez Bolaños, quien personificó al Chavo.
"Él era un truhán para conquistar, jamás fue un acoso. Siempre fue una conquista, una seducción. Me hacía dibujos, poemas, canciones, conversaba mucho tiempo conmigo".
Así, luego de revelar que el personaje de niño huérfano en realidad dormía en el piso de la cocina de la vecina de la unidad 8 de la vecindad, o que la relación de la mamá de Quico con el Profesor Jirafales siempre se mantuvo en el plano platónico y jamás llegó a convertirse en carnal, la artista contó el origen del romance con Chespirito: "Ni siquiera me di cuenta cómo me enamoré de él. Él era un truhán para conquistar, jamás fue un acoso. Siempre fue una conquista, una seducción. Me hacía dibujos, poemas, canciones, conversaba mucho tiempo conmigo".
"El último año de cortejo fuerte fue porque yo estuve a punto de casarme".
Entonces, la artista detalló el punto de inflexión en ese sutil coqueteo: "Generalmente conversábamos con Rubén Aguirre, Edgard Vivar, Ramón Valdés. Roberto siempre buscaba sentarse junto a mí y conversar, pero el último año de cortejo fuerte fue porque yo estuve a punto de casarme”. Entre risas, Rozín bromeó: "¡Le agarró la chiripiorca!". A lo que Meza acotó: "¡Y le dio garrotera! Ahí le dio la segunda marcha a su cortejo, la tercera velocidad… Hasta ese momento, ni un beso. Nada. Yo a veces sentía que me estaba mirando, me volteaba, y lo veía… Pero como siempre, si una trae pantalones entallados detienen la vista ahí donde la espalda deja de llamarse espalda".
"Empezó a llevarme una flor diariamente a donde estuviera. Si estaba en un restaurante con quien me iba a casar, bajábamos y en el auto de él había una flor…".
"Él empezó a llevarme una flor diariamente a donde estuviera, pero yo no lo veía muchas veces. Aún un domingo, siendo él casado. Por ejemplo, estaba en un restaurante con quien me iba a casar, bajábamos y en el auto había una flor…. Salía corriendo y no estaba él, me lo hacía muy emocionante. Llevábamos trabajando juntos casi cinco años. Yo seguía siendo igual con él, le agradecía las flores", continuó.
"Los hombres siempre están esperando que una les abra la puerta, sino, no se atreven. Entonces, como yo no hacía nada de eso, dejó de llevarme la flor".
"De pronto, íbamos en una gira, llega al lado de mi asiento y me dice ‘tomá, es que no encontré ni una flor en el avión’. Vi las letras, no entendí nada. Lo volteo y había la foto de un ramo de flores". Hasta entonces, sin embargo, todo eran gestos: "De pronto, como todo seguía y yo no reaccionaba… Los hombres siempre están esperando que una les abra la puerta, sino, no se atreven. Entonces, como yo no hacía nada de eso, dejó de llevarme la flor. Yo sentí que algo se me desacomodó. Llegué un día a la grabación molesta, porque pensé que él estaba molesto conmigo. Luego, se acerca y me dice ‘¿qué te pasa, estás enojada conmigo?’. Y le respondo que no, que él estaba enojado conmigo. Me dice ‘no, yo no’. Y reacciono diciendole ‘¿entonces, por qué no me llevaste una flor?’. Cuando me di cuenta, ya lo había soltado. Algo sucedió entre el estómago y el corazón. Entonces, él se dio cuenta que había ganado terreno, que había ya ganado la batalla".
"Le dije ‘¿Por qué hacés todo lo que hacés?’. Me responde, ‘es que a veces siento mi vida vacía, que me falta algo. A veces, siento la necesidad de que alguien me bese, o de besar a alguien’".
La brillante historia no terminaría allí, y pasaría tiempo hasta que se concretara el tan ansiado primer beso. "Después de eso, estábamos de gira, conversando en un bar y le dije que no me creía todas esas cosas bellas que me decía, porque lo mismo le decía a todas. Entonces, me dijo ‘en un cortejo, uno dice lo que sea, pero sos una mujer diferente, siempre me has parecido diferente’. Entonces, le dije ‘Por qué si tenés un matrimonio, tu mujer es linda y buena, tienes seis hijos. ¿Por qué hacés todo lo que hacés?’. Me responde, ‘es que a veces siento mi vida vacía, que me falta algo. A veces, siento la necesidad de que alguien me bese, o de besar a alguien’". Indefensa y enamorada, Florinda Meza confesó qué hizo en ese instante: "Le dije ‘si querés besar a alguien, besame a mí’. Cuando me di cuenta, ya lo había dicho".
"Después del beso, me arrepentí… Era un hombre casado, con 19 años de matrimonio, seis hijos. Quería dar marcha atrás, pero él insistía. El beso fue delicioso".
"Después del beso, me arrepentí… Era un hombre casado, con 19 años de matrimonio, seis hijos. Quería dar marcha atrás, pero él insistía. El beso fue delicioso. Nunca había sentido un beso que me hiciera hasta sentir mareo", admitió.
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