Argentina, tierra de amor y venganza 2 (ATAV 2) mostró en su inicio como la amistad de Pedro Salvat (Rafael Ferro) con Rafel Machado (Federico D´Elía) llevaba a este último a ponerlos a salvo a él y a sus hijos de una persecución que de otra manera habría tenido un final drástico en los albores de la última Dictadura militar.
Sin embargo, lo que Pedro no sabía era que Rafael tenía sus propios planes y por eso había separado a la familia con la intención de iniciar un romance con Silvia (Julieta Díaz), que a su vez estaba esperando una hija con su marido.
Pero como Silvia no accedió a la propuesta de Rafael, éste la entregó a los militares, para quienes trabajaba como médico, y luego entregó a su hija a Omar (Jorge Lorenzo), quien a su vez trató de asesinar a Pedro y a su hijo Antonio (Toni Gelabert) atropellándolos con su Ford Falcon color azul en la actualidad de la ficción.
Tras descubrir que el auto azul pertenecía a Omar, y tras haber visto a una nena de siete años junto al ex represor en la casa de Rafael, Pedro ató cabos y fue a ver a su “amigo” para pedirle explicaciones, sin imaginarse de lo que este era capaz.
LA TREMENDA DECISIÓN DE RAFAEL CUANDO PEDRO DESCUBRIÓ SUS MAQUINACIONES CON SILVIA DURANTE LA DICTADURA
“Acabo de ver salir al pelado ése que trabaja para vos, y subirse al auto que casi nos atropella el otro día”, le dijo Pedro a Rafael, que no puede más que hacerse el que no sabe nada. “Lo acabo de ver Rafael, y Blanco está vivo”, agrega Salvat.
“Fuiste vos hijo de puta, fuiste vos, vos entregaste a Silvia. ¿Cómo fuiste capaz de hacer algo así? ¿Por qué? Éramos amigos. La nena que estaba el otro día en tu casa, ¿ésa es Rocío? Decímelo”, le dice Pedro a Rafael antes de tomarlo de su ropa y arrinconarlos contra una pared.
“Dame la dirección, decime dónde vive. ¿No me vas a decir nada? ¡Vas a pagar por todo lo que hiciste sor…! ¡Por la desaparición de Silvia, por arrancarme a mi hija, hijo de p…!. Vas a pagar por todo, vas a morir preso, te voy a denunciar”, dice Pedro, y comete el grave error de irse de la casa dándole la espalda a su ex amigo.
Pero antes de que cruce el umbral de la puerta, Rafael busca un arma que tiene en el cajón de su escritorio, apunta a Pedro y le dispara cobardemente por la espalda. Luego, el exrepresor se acerca al hombre, que agoniza en el piso y espera pacientemente a que la vida lo abandone, asegurándose de que su secreto permanezca a salvo.
“Te odio”, llega a decirle Pedro, desangrándose en el piso, mientras su vida se escurre sin haber obtenido la Justicia que vino a buscar a Argentina, siete años después de la desaparición de su esposa y sin recuperar a su hija.