“Yo no me tengo que cuidar de un cantor, jamás supuse que Edmundo Rivero me podía hacer daño, muchas veces tengo que salir corriendo para que no me mate un tipo que cree que tiene todo el poder, simplemente porque la misma gente le dio un poder para que decida cualquier cosa, o lo tomó aunque no se lo dieron”.
“No hay que cuidarse de un cantor, hay que cuidarse del que no canta, es al revés…”
La noticia de la muerte de Facundo Cabral es tan absurda que ni siquiera se encuentra el consuelo en sus propias palabras. Por momentos era un místico, pero con los pies en la tierra y en el escenario, el mejor lugar para predicar sus recuerdos como sentencias y sus experiencias como consejos.