Corría febrero del 2009 y Susana Giménez se encontraba con una noticia terrible: su amigo, su compañero de trabajo Gustavo Lanzavecchia, estaba muerto. En la desesperación y el dolor nació una de las frases más polémicas de boca de la diva: "El que mata tiene que morir", había dicho.
A Gustavo Damián, como lo apodaba Susana, lo habían asesinado en su propia casa y lo encontraron ahogado en su pileta. Ahora se conoció la sentencia a los detenidos por el crimen: el autor material fue condenado a perpetua, mientras que su cómplice pasará diez años preso y todavía hay un prófugo.
En una entrevista con el diario Perfil, luego del fallo, la diva, habló del tema: "Lo único que quiero es que se haga justicia de verdad. Todavía falta que atrapen a uno que está prófugo. Es raro que todavía nadie lo haya agarrado".
Su agregó una frase que suena, justamente, a aquélla que mencionó el 27 de febrero de hace dos años: "Un tipo que mata con saña y crueldad es irrecuperable. A Gustavo lo acuchillaron, lo ataron y lo tiraron en una pileta. No le tuvieron piedad. Son de lo peor".
Ni Susana ni la familia de Lanzavecchia parecen estar conformes con la decisión de la Justicia. Y la diva lo hizo notar en sus declaraciones: "Las leyes en este país están obsoletas. Barreda come en el mismo restaurante que Bono (N. de la R.: en su visita a Argentina el cantante de U2 cenó en un local y Ricardo Barreda, ya gozando de su libertad, en el de enfrente), y Puccio está libre".
Nuevamente la conductora habló, nuevamente generó polémica con sus dichos.