El 21 de abril se estrena Cruzadas, la película de Diego Rafecas en la que Claudia Albertario hace de "una bailantera muy guarra", según sus propias palabras a Ciudad.com. La actriz y modelo está tan feliz con su trabajo en la pantalla grande que hasta sueña con dedicarse toda su vida a filmar.
-¿Cómo es tu personaje en Cruzadas?
-Es una bailantera muy guarra y yo tuve la posibilidad gracias al director Diego Rafecas de extremarlo. Mi participación es muy corta pero concisa.
Si querés saber más de esta película, podés hacerlo a través de Facebook y de Twitter (@CruzadasLaPeli).
-Decís que es un estereotipo lo que hiciste. ¿En qué te inspiraste?
-En varias cosas, lo jugué desde un lugar de prostituta. Usé a una mujer “reventada”. No me inspiré en nadie en particular pero sí en armarlo a través de personajes que vi en películas o fotos de gente anónima que me crucé en la vida.
-¿Cómo sentiste que salió el producto final de tu trabajo?
-Estoy feliz. Vi el material de lo que yo hice y algunas otras cosas aunque no vi toda la peli todavía.
-¿Qué es lo que más disfrutaste a la hora de hacer la película?
-Me gustó lo desprejuiciado que es mi personaje. Es una mina que rompe todos los esquemas y el qué dirán. Ella está en su mundo, en su noche. Está ensimismada. Está más allá del bien y del mal.
-¿Qué significa para vos trabajar con tres actores tan reconocidos y experimentdos como Enrique Pinti, Moria Casán y Nacha Guevara?
-Con Moria ya había trabajado, de hecho la conozco hace bastante y tengo a mi hija gracias a ella (N. de la R.: Moria le presentó a su marido y padre de su hija, Simona). Enrique es un genio y con Nacha tuve charlas más profundas, fue muy interesante. Son tres grandes. Encima Enrique me recomendó para Shangai, la obra de teatro que estoy haciendo. Más no puedo pedir.
-¿Cómo te eligieron para la película?
-A través de Moria. Un día salimos a cenar con mi marido, ella y Diego Rafecas. Yo había visto Paco y Un buda (dos de sus obras en pantalla grande) y le dije que me encantaría trabajar con él. Me preguntó si bailaba o cantaba y le dije que sí, que me las rebuscaba más o menos con las cosas, y después surgió la posibilidad de hacer un personaje en la peli.
-¿Cómo fue ésta, tu segunda experiencia en cine?
-Ya había hecho Dos ilusiones de Martín Lobo, una tragicomedia. Ahí tenía el protagónico y haciendo Cruzadas me di cuenta que quiero vivir del cine, es un ritmo que me fascina, podés jugar, es un amor diferente al teatro y a la tele. Es más parecido a la publicidad, con lo que empecé esta carrera.
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