Cha Cha Cha no es solo un espectáculo: es un fenómeno que atraviesa generaciones y sigue reinventándose. El lunes 15 de diciembre, el mítico show de Alfredo Casero se despidió a lo grande en el Movistar Arena, con una función especial de Navidad que quedará marcada como uno de los momentos más potentes del humor argentino.
Desde el arranque, la noche tuvo un pulso propio. No fue una función más: fue un CASERO en estado puro, con ese sello inconfundible donde el absurdo es idioma y la risa se mezcla con una verdad tan extraña como precisa.
La apuesta fue fuerte y salió redonda: Giuliano Bacchi y Casero tomaron las riendas del proyecto, junto a Supernova Entertainment, y lograron llevar el show a una escala inédita para el teatro nacional.

Un despliegue técnico y artístico sin precedentes
La puesta fue monumental, pero nunca perdió el espíritu analógico que caracteriza a Cha Cha Cha.
Más de 200 personas entre elenco, producción y técnicos sostuvieron una maquinaria escénica de precisión quirúrgica: hubo un cuerpo de baile de ocho integrantes, la participación del Coro de Hombres Gays de la Ciudad de Buenos Aires y el grupo taiko Ryukyukoku Matsuridaiko, que sumó 36 bailarines para acompañar a Casero en su clásico “Shima Uta”, uno de los momentos más hipnóticos de la noche.
El despliegue técnico también fue protagonista: siete cámaras en vivo, más de 200 metros cuadrados de pantallas LED y un circuito cerrado de video que amplificó cada gesto y cada desvío. Desde cualquier rincón del estadio, la experiencia fue igual de intensa.
Un recorrido que cruzó fronteras y una despedida a pura emoción
Bajo la dirección musical de Matías Chapiro, el show cerró una gira extraordinaria: 133 funciones, más de 70.000 espectadores y presentaciones en todas las provincias argentinas, además de Uruguay, Paraguay y un exitoso tour por España.

En escena, Casero estuvo acompañado por Fabio Alberti y Alacrán, pilares del universo Cha Cha Cha, junto a un elenco que brilló de principio a fin: Romina Sznaider, Lito Ming, Diego Rivas, Alejandra Galitis, Flavio González, Javier Bacchetta y Leo Raff. La química fue total y el público lo celebró durante casi tres horas de función.
La despedida incluyó cuadros emblemáticos como “Convención de Batmanes”, “Madre Judía”, “Boluda Total”, “Peperino” y “Señora Luna”, que hicieron estallar al Movistar Arena y confirmaron la vigencia de un humor incómodo, libre y filoso.
Entre las sorpresas, se destacó la participación especial de Minerva Casero, que sumó emoción y sensibilidad a una noche cargada de momentos únicos.
El final que nadie esperaba: propuesta de casamiento en vivo
Cuando todo parecía encaminado al cierre, Fabio Alberti tomó el micrófono, sonó una trompeta y el clima cambió. No era un sketch, no era un chiste: le pidió casamiento a su novia Leila frente a un Movistar Arena repleto.
El silencio duró medio segundo, hasta que la ovación explotó. Nadie lo esperaba, ni el público ni el elenco. Fue sorpresa total y emoción genuina, en un mundo donde ya nada parece sorprender.
Después de ese momento, el estadio se transformó en una fiesta absoluta: “Pizza Conmigo” fue coreada por todos, mezclando lo absurdo y lo emotivo, lo ridículo y lo verdadero, como solo Cha Cha Cha sabe hacerlo.
Una noche de figuras y un anuncio para el verano
La función contó con la presencia de Juana Viale, Betiana Blum, Silvio Soldán, Nito Artaza, Miguel Ángel Cherutti, Pablo Albella, Luli Ofman, Jerónimo Bosia, Nicolás Wyñazki y Fernanda Iglesias, además de los hijos de Casero: Minerva, Nazareno y Guillermina.
Pero la historia no termina ahí: se anunció una versión íntima de Cha Cha Cha en Mar del Plata, que se presentará en el Teatro Enrique Carreras bajo la curaduría de Bacchi Producciones y Supernova. Un formato más cercano, para redescubrir el espíritu del espectáculo desde otro lugar.
Lo que pasó en el Movistar Arena no fue solo una función: fue una despedida inolvidable, un anuncio y un compromiso en vivo. Cuando el arte tiene identidad, nunca se despide del todo. Solo cambia de forma.



