Juan Pablo Geretto ha logrado combinar la popularidad (su humor incluso lo ha llevado a brillar en ShowMatch) con lo más exquisito del teatro. Si bien su rol más conocido -y querido- es el de su entrañable “maestra normal”, el actor ha creado un sinfín de personajes a lo largo de una extensa trayectoria.
Muchos de ellos se ven plasmados en su unipersonal Como quien oye llover, un espectáculo que lleva la marca registrada de Geretto y que este sábado 4 de abril regresa a la sala Pablo Picasso del Complejo La Plaza: “Los contenidos fueron reeditados y se agregan cosas en cada personaje”, le cuenta a Ciudad.com en un mano a mano exclusivo acerca de esta obra que trata sobre el universo femenino desde la mirada de un niño.
"De chico era un observador, más que un protagonista, medio voyeur. Era inquieto y un poco tremendo, no les debe haber sido fácil criarme".
- ¿Cómo vivís los momentos previos a un estreno?
- La verdad es que siento que vengo ensayando esta obra ¡hace dos años! (Risas) Es un proceso interesante e intenso el del ensayo pero ya tengo ganas de reencontrarme con el público.
- ¿Qué tiene de distinta esta puesta con las anteriores?
- El proceso más grande tiene que ver con que cambió el punto de vista de la obra. Fue escrita cuando yo tenía casi treinta años y ahora ya tengo un poco más de cuarenta, así que hubo que adaptar la obra a mis propios cambios. Ahora me representa un poco más la obra.
- ¿Tiene mucho de vos ese niño del que habla la obra?
- Sí, mi infancia transcurrió en Gálvez, provincia de Santa Fe. En un pueblo pequeño con lo bueno y lo malo que tiene la vida en un lugar así. Se dice ‘pueblo chico, infierno grande’ pero también hay otras ventajas que la vida moderna no te da. En ese momento, estabas más liberado de la mirada de los adultos, no había tanta paranoia, uno jugaba tranquilo y volvías a tu casa a la noche. A partir de eso también se construye la obra, con lo que ese personaje miró y sintió en su niñez. Yo era un observador, más que un protagonista, medio voyeur. Era inquieto y un poco tremendo, no les debe haber sido fácil criarme.
"Hice una concentración grande para la obra, me fui de mi casa estos últimos días para poder focalizarme en ella por completo".
- ¿Te has cruzado con todas las mujeres del espectáculo?
- Hay de todo. Hay personajes que tienen más que ver con la vida en el pueblo y otros relacionados a lo que pasa en la ciudad, que es más grande y donde la gente está más sola. Porque algo que tiene el pueblo es que es difícil sentirse solo, siempre tenés la mirada del otro cerca, para bien o para mal, todos los vecinos se conocen y todos se ocupan del otro… también para bien o para mal (risas).
- Has contado que de niño jugabas con muñecas y que sentías que todos los chicos que querían vivir el inicio de su homosexualidad lo hacían. ¿Te sentías distinto en tu pueblo?
- Supongo que no debe haber sido más fácil que para el que quería hacer cualquier otra cosa. Lo de las muñecas es marcar una particularidad, como cada adolescente siente que la tiene. La mía era esa y seguramente los otros tenían las suyas. ¡No hay nada más fácil que perturbar la cabeza de un adolescente! (Risas). No fue un gran tema, fue un tema de adolescencia, como todos tenemos nuestros temas en la adolescencia, todos nos sentimos únicos e incomprendidos.
- ¿Sentís que ahora con el matrimonio igualitario y otros avances se abrió un poco más la cabeza de la gente?
- Siento que ese cambio es más cosmético aún que profundo, en el corazón de cada uno. Digo, “todo bien mientras sean los hijos de otro”. Creo que todo esto sirve, ayuda y va a ayudar a ese montón de chicos que creen que son únicos en el mundo, que sienten que no pueden tener apoyo y se sienten solos. Los hijos de mis amigos, que ya tienen 6 o 7 años, seguramente crecerán pensando que es normal y parte de la vida. Después, creo que en las casas no han cambiado demasiado las expresiones del estilo “el puto este”. Por suerte, está cambiando en los medios y está bueno pero me parece que estaría mejor que ni siquiera fuera un tema. Es más, que todos podamos bromear con lo que queramos, que quede en el terreno de la broma y no de la mala intención. Creo que hay que dar la vuelta porque hay miedo de hablar, no sé si hay tanta libertad de decir lo que uno tiene que decir. Pero, bueno, es aún un proceso que la sociedad está atravesando en este momento.
- ¿En el escenario del teatro sí sentís que tenés esa libertad y comodidad para hacer lo que sentís?
- Me siento cómodo en el escenario porque lo habito desde que tengo ocho años. Siento que es un ámbito distinto a la televisión porque no entrás gratuitamente a la casa de la gente. Estás diciendo algo específicamente desde un personaje. En la televisión también podés decir desde un personaje casi cualquier cosa. Pero uno también tiene que ser responsable que su personaje representa a todos ellos. Hubo cosas con el personaje de Reina (que interpretó en la tira Vecinos en Guerra) que yo no quería decir porque Reina no era una travesti, ¡era todos los travestis! Así que sí, creo que, al menos yo, tengo un poco más de libertad moral en el teatro.
- ¿Tenés algún personaje preferido?
- Va variando, tengo épocas en que es uno y otras que es otro. Como la obra se va reescribiendo todo el tiempo, hay días en que me sorprende un personaje. Hay alguna palabra que se resignifica y ese día pasa a ser el más querido.
- ¿Recordás alguna reacción del público en particular?
- ¡Hubo de todo! Siempre la gente que te espera es cariñosa, son espectáculos en los que trato de que haya alto contenido emocional así que la gente se moviliza mucho. Hay momentos para la reflexión, la tristeza y la risa. La obra es una concentración y una exacerbación de eso. A mí me gusta hacer ese tipo de teatro, donde trato de que sucedan la mayor cantidad de cosas posibles.
"Siento que el cambio es más cosmético aún que profundo, en el corazón de cada uno. Digo, 'todo bien mientras sean los hijos de otro'", asegura sobre los avances y prejuicios alrededor de la homosexualidad.
- ¿Qué otros proyectos te gustaría encarar además de la obra?
- En este momento, la verdad es que no tengo cabeza para nada más. Duermo con esto, me levanto con esto, estoy todo el tiempo pensando en la obra. Ahora estoy viendo videos de otras funciones que hice tiempo atrás para ver qué me gustaba y que no. Me ocupa mucho, de hecho hice una concentración grande, me fui de mi casa estos últimos días para poder focalizarme en la obra por completo.
- ¿Sos muy metódico entonces con tu trabajo?
- Soy como un jugador de fútbol, prefiero concentrarme en esto porque después se termina el espectáculo y empieza a suceder otra cosa, retomás la rutina. Pero en este momento prefiero no tener tanta relación con la vida doméstica.
- ¿Qué te gusta hacer fuera de la actuación?
- Soy fanático del cine, escribo, ¡pago los impuestos! (risas) Cosas de las que ahora ni me ocupo. Soy muy amiguero pero este último tiempo se me puso difícil la cosa porque estuve dos años con la gira de Una maestra normal, que terminamos hace dos meses. En ese sentido, hacer teatro acá te ordena los horarios y la rutina. Así que también es una buena oportunidad para retomar mi vida normal.