La organización mediática internacional WikiLeaks publica a través de su sitio web informes anónimos y documentos con contenido sensible al interés público. A cargo del perseguido activista australiano Julian Assange, el sitio reveló información que puso en jaque a la política mundial.
Esta semana, lejos de propagar una investigación que afecte a las grandes potencias, Twitter se convirtió en un hervidero tras dar a conocer que WikiLeaks contaba con documentación que confirmaría el mito de que el bajista de The Beatles, Paul McCartney, murió en 1996 y fue reemplazado por un impostor.
Luego de que los medios del mundo se sumaran a la teoría del falso Beatle, la propia organización se encargó de desmentir los rumores con un tweet publicado en su cuenta oficial: "Hay una historia dando vueltas sobre que recientemente hemos publicado unos documentos que afirman que Paul McCartney murió en 1966. Nosotros no lo hicimos".
Según lo difundido por varios medios, el material -que nunca existió- se trataba de un documento secreto de Scotland Yard, que sería el acta de defunción con fecha 9 de noviembre de 1966, en la cual el notario Edward Wallance y el jefe de policía de ese entonces, Jills Templeton, confirman la muerte del músico.
Con la aclaración de WikiLeaks, es mito volvió a convertirse en una leyenda urbana que millones de personas alrededor del mundo siguen investigando. Paradójicamente, los Beatles se encargaron de alimentar esta fábula a través de numerosas "pistas" escondidas en sus canciones y en las tapas de sus discos.
Entre desmentidas y afirmaciones, no podemos dejar de preguntarnos: ¿Paul está vivo de verdad?