Apenas cinco meses atrás, Gerardo Sofovich atravesaba el revés más duro en su salud. No era el primero, es cierto. De hecho, abrumaba el número de angioplastías a las que se había sometido, que en noviembre del año pasado habían llegado a 15 las intervenciones.
Gerardo había sido sometido a 15 angioplastías. En octubre pasado, en tanto, se le había colocado un cardiodesfibrilador implantable y un sincronizador cardíaco.
El procedimiento constaba en la inserción de un cateter que liberaba la oclusión en las diferentes arterias y, posteriormente en ciertos casos, se finalizaba con la colocación de un stent.
Sin embargo, de todos ellos se lo veía, al menos públicamente, salir airoso. Y con la misma fortaleza de siempre.
Pero en octubre, decíamos, su salud se vio resentida como nunca. Todos los medios levantaban preocupados la noticia de la internación de Gerardo y, tras el susto inicial, el doctor Luis de la Fuente, una eminencia en materia cardiológica, explicaba qué le estaba ocurriendo al productor y creador de tantísimos éxitos: se le había colocado un cardiodesfibrilador implantable y un sincronizador cardíaco.
¿Cuál era el origen de todos lo males? Su condición de tabaquista crónico. En criollo, el "pucho", vicio que lo acompañaba desde su etapa juvenil. Moneda corriente era verlo posando, siempre, cigarrillo en mano, casi como una extensión de sí mismo. Y por primera vez en sus 77 años, emprendió el cambio que le venían insistiendo tanto médicos como su círculo más querido. "Dejé el pucho", anunciaba Gerardo... Y era todo un titular.
Por esos días, en diálogo con Oscar González Oro por La Red, en un ida y vuelta cómplice, los también amigos chicanearon sobre el valor de los implantes cardíacos: "Tenés puesto un Mercedes Benz", le decía El Negro, acerca del marcapasos con desfibrilador y sincronizador.
SUS ÚLTIMAS HORAS
La semana que pasó volvió a sentirse mal, alicaído. El jueves 5, en tanto, se ausentó de las grabaciones aduciendo un resfrío de estación que aquejaba su cuerpo "lastimado". El viernes, su médico de cabecera insistió en internarlo, pero él no quiso.
El sábado, sin embargo, se descompuso y fue hospitalizado de urgencia: el diagnóstico inicial fue una hemorragia digestiva repentina. Esta mañana, un shock hipovolemico no permitió que el corazón pudiera responder. Gustavo, su hijo, fue el portavoz de la noticia más triste.