"Pensé que iba a ser una mujer que iba a tener muchas relaciones y parejas de tiempo corto. Pero no: la vida me sorprendió y me dio una familia".
Andrea Politti no es de esas mujeres que le temen a los desafíos. Con el oficio como bandera, logró construir una exitosa carrera no sólo como actriz sino también como conductora. Pero después de una década alejada de las tablas, regresó con todo a su primera pasión: el año pasado encabezó El don de la palabra y ahora integra el elenco de El secreto de la vida, la nueva obra de José María Muscari, que se presenta de miércoles a domingo en el Metropolitan Citi.
"La verdad es que quería trabajar con Muscari, había visto sus trabajos y me gusta su personalidad. Después, lo que me pareció interesante fue el elenco, porque es una obra con muchos personajes y era muy importante que fueran todos buenos actores para que hubiera armonía. Estoy fascinada con mis compañeros", asegura sobre la experiencia de trabajar con Cecilia Rossetto, Gustavo Garzón, Manuel Callau, Nicolás Pauls, Brenda Gandini, Emilia Mazar y Nazareno Casero.
En la obra, Andrea interpreta a Justina, una mujer que dejó de lado su vida personal para dedicar todas sus fuerzas a una ascendente carrera profesional. Una disyuntiva que la propia Politti superó con holgura al equilibrar su exitoso trabajo con la vida familiar que comparte junto a su marido Fernando y Galo, su hijo de 13 años.
- ¿Por qué pensás que a algunas mujeres exitosas les cuesta tener una vida personal plena?
- Hay una personalidad en ese tipo de mujeres, que ponen todo en la carrera. Le entregan su vida a las empresas y después se dan cuenta del gran vacío que trataron de llenar con todo ese éxito aparente. La verdad que no recomiendo darle la vida a un trabajo, que lo hacés con mucho esfuerzo, pero no deja de ser un trabajo. La vida es otra cosa. Mi mamá era maestra de música, quería ser concertista pero una vez que se casó fue relegando su profesión y se quedó con una sensación de frustración. Cuando me decidí a ser actriz, me dijo: ‘La carrera o el matrimonio’. A mí me pareció rarísimo porque para nosotras ya no es tan así; se han corrido un poco los roles. Pero todavía hay mujeres a las que les satisface tener su independencia y no estar dominadas por una dependencia amorosa. Porque enamorarse también implica una entrega, un compromiso, que por ahí no todo el mundo está dispuesto a dar.
"No recomiendo darle la vida a un trabajo, que lo hacés con mucho esfuerzo, pero no deja de ser un trabajo. La vida es otra cosa".
- ¿Vos cómo pudiste lograr ese equilibrio con la actuación y la familia?
- Encontré a un hombre que no me envidiaba, que le gustaba lo que hacía y que no competía. Es difícil y lo encontré de grande. Es un gran compañero. Esto ayudó a que la crianza de mi hijo varón tenga que ver con cómo el padre ve mi carrera y las cosas que me van pasando. Sin dudas, las cosas se hacen de a dos. Creo que también la familia y la pareja implican un nivel de compromiso que está bueno que ante la primera tormenta o quilombo no dejes de lado. Hay momentos difíciles en la pareja, de mucha crisis. El amor hay que cuidarlo porque el amor también se desgasta, se agota y se cansa.
- ¿Hace cuánto tiempo que estás en pareja con Fernando?
- Este año cumplí 16 años junto a él. Jamás imaginé estar tantos años casada. Era una cosa impensada para mi vida de actriz y como mujer. Pensé que iba a ser una mujer que iba a tener muchas relaciones y parejas de tiempo corto. Pero no: la vida me sorprendió y me dio una familia. Si me preguntás cómo lo hice, ¡no tengo la menor idea! Por ahora, va todo bárbaro.
- Volviendo a tu pareja en la ficción, en la obra protagonizás escenas fuertes con el personaje de Nicolás Pauls. ¿Te siguen generando pudor a pesar de tus años de experiencia como actriz?
- Al principio, en los ensayos, nos daba vergüenza. Muscari se dio cuenta y nos dijo ‘bueno chicos tienen que hacerlo' (risas) Así nos fuimos dando confianza mutua y ahora ya hacemos lo que queremos, estamos muy unidos sobre el escenario. Me encanta lo que hace Nico y es un gran compañero. Sí, sin dudas nos dio pudor porque en el arranque no sabés qué límites tiene el otro y él tampoco sabe qué límites tenés vos. Hay gente que es muy incómoda para trabajar, que te dice ‘no me toqués el pelo o no me toqués la remera que me la manchás con maquillaje’. ¡Hay actores que son así! No es chiste. El pudor tiene que ver con eso también, no sólo con lo íntimo sino porque no sabés qué va a pasar con la otra persona. He tenido actores con los que un beso era imposible hacerlo de forma natural.
"Hay gente que es muy incómoda para trabajar, que te dice ‘no me toqués el pelo o no me toqués la remera que me la manchás con maquillaje’. ¡Hay actores que son así!".
- ¿Cuán importante es la química sobre el escenario?
- Tiene que haber buena química pero, especialmente, buenas personas del otro lado. Se juega mucho el ego sobre el escenario porque si uno no tuviera ego, no podría estar parado ahí, te bajarías corriendo. A veces, el ego te juega malas pasadas con tus compañeros. Por ejemplo en este elenco, si te pasa algo en la obra sale el otro a solucionarlo. Son buenos compañeros, todo se habla, es muy sano y se agradece porque la gente cuando va al teatro se da cuenta si hay mala onda. Es impresionante: el público detecta si se llevan bien o mal. Si te llevás bien, la gente la pasa bien. Si te llevás mal, es muy difícil de disfrazar.
- Últimamente salieron a la luz varios conflictos entre actores de una misma ficción, como por ejemplo en Farsantes con Facundo Arana y Julio Chávez. ¿Te ha pasado de vivir una situación incómoda?
- Lo que me ha pasado es que tengo una educación como hija de actor ( N. de R: su papá es el recordado actor Luis Politti), en la que me inculcaron que esto se trata de un oficio. Es decir, que es un oficio donde vos tenés que salir a trabajar, no es que sos un dotado y te salta el talento de la nada. Hay que estudiar mucho y saber que cuando hay grupos laborales, siempre va a haber internas, y que las internas siempre las tenés que guardar. Tengo esa educación así que me costaría mucho salir a decir algo de alguien si tengo un problema. Voy y lo hablo con la persona. En mi caso, es por un tema de educación. Uno a veces convive con gente que no tiene ganas de convivir, a todos nos pasa. Esa tolerancia también la tiene que tener el actor porque uno no deja de ser un comunicador y es un ejemplo para los que te están viendo. Si vendés entretenimiento y diversión, se tiene que cuidar esa mística. También ahora hay muchos programas de espectáculos, redes sociales, páginas y cuesta mucho más guardar las cosas.
- El año pasado te despediste Los unos y los otros, ¿extrañás la conducción?
- No sé si lo extraño. Siento que son puertas que se me han abierto y que ojalá sigan abiertas, lo que pasa es que cuando sos más grande tenés más ganas de hacer determinadas cosas, te das gustos. Cuando sos joven, estás luchando y peleando por tener un lugar. Cuando ya tenés un lugar, lo querés conservar. Después, cuando pasás todas esas etapas, tenés ganas de pasarla bien y de hacer cosas que te den placer. Es difícil porque tampoco es un medio que te da muchas posibilidades, por un montón de situaciones que estamos viviendo. Si me llaman para conducir un programa de entretenimientos, me puede llegar a divertir en este momento. No me divertiría entrar con algo de lo que ya hay, que también te ofrecen mucho de eso. ¿A quién no le gustaría hacer un show como el de Ellen Degeneres? Sí, esas cosas me encantarían.
"Me encantaría conducir un show como el de Ellen Degeneres".
- ¿Volverías a conducir un programa como Los unos y los otros?
- Una vez que decidí terminar el ciclo era porque sentía que no tenía más para dar y porque para mí era muy fuerte estar escuchando cosas desde la sensibilidad, sin ser periodista ni psicóloga. Me había entristecido un poco porque hay situaciones que realmente no tienen solución. Era muy lindo conocer la historia de la gente y aprender sobre ella. En ese momento, sentí que se había terminado un ciclo pero no es un programa que no volvería a hacer. No te digo ahora, porque ya tiene su conductor y su camino trazado, pero es un ciclo que pasan los años y decís ‘ah mirá, estaría bueno escuchar a esta gente que está en la búsqueda’.
- Hace poco dijiste que no veías a Oscar González Oro frente al programa, ¿por qué?
- No, una vez que me despido de lo que hago, miro para adelante. Me ha pasado también con obras de teatro que hice mucho tiempo u otros programas. Necesito alejarme para hacer otra cosa, sino siento que quedo pegada.