Una comedia policial, inteligente y elegante vuelve a brillar como una dosis de entretenimiento ideal. La película dirigida por Ariel Winograd conjuga robo ingenioso, romance y un guiño nostálgico a los thrillers internacionales, rescatando lo mejor del género con sello local.
¿Te acordás de Vino para robar, protagonizada por Daniel Hendler y Valeria Bertuccelli? Está en Disney+ y demuestra que el cine argentino también puede ofrecer “golpes” con estilo, humor y un encanto propio.
De qué se trata Vino para robar
La historia arranca cuando Sebastián, ladrón de guante blanco interpretado por Hendler, intenta robar una valiosa pieza de arte de un museo. Pero todo se complica cuando Natalia (Bertuccelli), experta estafadora, le gana de mano.
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Convertidos en rivales, el destino los empuja a unirse cuando se ven obligados a planear un golpe aún más ambicioso: robar una botella de Malbec del siglo XIX, custodiada como una reliquia en la bóveda de un banco en Mendoza.

El plan exige precisión, astucia y complicidad. A medida que se adentran en el robo, surgen las tensiones naturales entre quienes se desconfían, el riesgo crece, y la complicidad forzada empieza a transformarse en algo más.
Un relato que combina la adrenalina de una estafa de alto vuelo con la seducción del humor y la ambigüedad moral.
Un dúo que convence: Daniel Hendler y Valeria Bertuccelli
La dupla protagonista es, sin duda, el eje que sostiene la película. Daniel Hendler, con su estilo desprejuiciado y su humor tan característico, encarna al ladrón tranquilo, preciso y con un gesto sosegado que contrasta con el caos que lo rodea. En él, el ladrón sofisticado adquiere mezcla ironía y torpeza calculada que funciona perfectamente.

Valeria Bertuccelli, por su parte, aporta su habitual desparpajo y versatilidad para construir a Natalia: seductora, astuta, capaz de mentir sin titubear, cambiar de máscara. Su personaje combina descaro, humor y vulnerabilidad, lo que la vuelve irresistible y permite equilibrar la tensión del robo con humanidad y simpatía.
El resto del reparto —con actores como Martín Piroyansky, Juan Leyrado, Pablo Rago, entre otros— acompaña más que bien: aportan color, peligro, comicidad y tensión. La combinación deja como resultado una película coral en la que todos contribuyen a la atmósfera.

Por qué sigue siendo una joya
Primero: Vino para robar demuestra que el cine argentino puede incursionar en géneros como la comedia-thriller con solvencia técnica y narrativa. El equilibrio entre el humor, la intriga y el romance, sin dejar de lado la elegancia visual, los paisajes mendocinos, la ambientación y el ritmo cinematográfico, lo convierten en un entretenimiento efectivo, disfrutable y con estilo.
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Segundo: la película juega con los códigos clásicos del “robo perfecto” inspirados en Hollywood, pero les aporta una impronta local: el vino, los viñedos, la geografía argentina, los matices de sus personajes. Eso le da identidad propia y, al mismo tiempo, universalidad.
Por último, la química entre sus protagonistas, la complicidad de sus personajes y la forma en que la trama, a fuerza de engaños, giros y tensión, se permite ser liviana, divertida y atractiva, hacen de esta película una opción ideal para quienes buscan reírse, emocionarse y dejarse llevar por un buen plan cinematográfico.



