Dwayne “La Roca” Johnson es una de las grandes estrellas de Hollywood en la actualidad. Cada película suya es un boom de taquilla, y muchas de ellas ya están disponibles en plataformas. En Netflix, por ejemplo, el actor aparece brillando en Rascacielos: Rescate en las Alturas, una de sus aventuras más arriesgadas.
Se trata de uno de los thrillers de acción que más visualizaciones viene cosechando en Netflix. Dirigida por Rawson Marshall Thurber, mezcla suspenso, acción desbordante y emociones familiares en un cóctel ideal para los fanáticos del género.
Estrenada originalmente en 2018, la película volvió a posicionarse entre lo más visto gracias a su reciente incorporación al catálogo de la plataforma.
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¿De qué trata Rascacielos: Rescate en las alturas?
La historia (de 102 minutos de duración) gira en torno a Will Sawyer (Johnson), un ex agente del FBI que, tras una tragedia que le costó una pierna, trabaja evaluando la seguridad de edificios de gran altura. Su nueva misión lo lleva a Hong Kong, donde debe inspeccionar La Perla, el rascacielos más alto y tecnológico del mundo.

Todo se complica cuando un grupo criminal desata un incendio intencional y toma el edificio, con la familia de Will atrapada en los pisos superiores. Desde ese momento, comienza una carrera contrarreloj llena de obstáculos imposibles, traiciones y desafíos físicos extremos.
Dwayne Johnson, el héroe todoterreno
Gran responsabilidad del éxito de la película tiene que ver con su protagonista.
Fiel a su estilo, Dwayne Johnson se luce como un héroe de acción clásico: fuerte, carismático y dispuesto a todo por proteger a los suyos. Pero en esta ocasión, el personaje suma una capa de vulnerabilidad: Will Sawyer es un hombre que carga con culpas del pasado y que debe enfrentarse a sus propios límites físicos tras haber perdido una pierna en servicio. Lejos de ser un superhombre invencible, se presenta como alguien que lucha con lo que tiene, y que no está dispuesto a rendirse.
Johnson logra un equilibrio entre fuerza y emoción, y sus escenas de acción, muchas de ellas al borde del abismo, son adrenalina pura.

El salto desde una grúa al edificio en llamas—uno de los momentos más comentados de la película— se convirtió en ícono del marketing del film y resume el tono de toda la historia: inverosímil, sí, pero impactante y eficaz.
Jonhson incluso admitió que Rascacielos fue “una buena terapia” en el momento en que fue filmada, ya que le llegó “en el momento que lo necesitaba”.

“Casi llegó en un momento en el que creía en la vida y que las cosas pasan por una razón, y que suceden cosas en tu vida sin que las esperes. Acordé hacer una película con Rawson, una gran amigo y colaborador, muy inteligente, a quien le gusta escribir cosas originales, y siento que creamos una película que puede disfrutar el mundo en cualquier época del año. En su momento no sabía podría significar tan emocionalmente para mí hasta que empecé a meter me en ella y comenzamos a filmar”, apuntó.
Entre Duro de Matar y El Coloso en Llamas
Rascacielos toma elementos de clásicos del cine de acción y catástrofe. El paralelismo con Duro de Matar (1988) es inevitable: un hombre solo, atrapado en un edificio tomado por criminales, que debe usar su ingenio y su valentía para salvar a quienes ama. También hay ecos de El Coloso en Llamas (1974), con su torre infernal y su crítica implícita a la ambición sin límites.
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A pesar de los lugares comunes, la película se sostiene por su ritmo vertiginoso, su impecable puesta en escena y una producción millonaria que no escatima en efectos visuales. El diseño del rascacielos, con sus pisos futuristas y su sala de espejos, aporta un atractivo visual que eleva la experiencia.