Desde hace tiempo que Ricardo Darín se convirtió en el actor icónico de la Argentina, y tras el suceso mundial de El Eternauta, no son pocos los que empezaron a desempolvar en las plataformas películas en las que haya trabajado.
Así es que Netflix ofrece en su catálogo una producción nacional con un nombre más que familiar: Elefante Blanco. Se trata de la película dirigida por Pablo Trapero, con los protagónicos también de la argentina Martina Gusmán y el actor belga Jérémie Renier.
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De qué trata Elefante Blanco, con Ricardo Darín
Elefante Blanco narra la historia de amistad de dos curas, Julián (Darín) y Nicolás (Renier), que tras sobrevivir un intento de asesinato por parte del Ejército durante su trabajo en Centroamérica, se asientan en una barriada de Buenos Aires para desarrollar su apostolado y labor social.
Allí conocen a Luciana (Martina Gusmán), con quien lucharán mano a mano contra la corrupción, mal endémico de la zona.

Su trabajo los enfrentará a la jerarquía eclesiástica y a los poderes gubernamentales y policiales arriesgando su vida por defender su compromiso y lealtad hacia los vecinos del barrio.
De hecho, vale la pena remarcar, los personajes siguen la línea del Padre Mugica, a quien la película está dedicada.
¿Qué significa la metáfora “elefante blanco”?
En el uso moderno, decir “elefante blanco” es una metáfora que describe un objeto, proyecto de construcción, empresa, instalación, considerado caro, pero sin utilidad ni valor equivalente en relación con sus costes de capital (adquisición) y/o operativos (mantenimiento).
La verdadera historia del Elefante Blanco
La historia del “Elefante Blanco” se remonta a 1923, cuando comenzó a construirse lo que iba a ser el Instituto de la Tuberculosis. El proyecto comenzó a materializarse recién 15 años después, en 1938, y las obras se paralizaron a pocos años de comenzar.

Se trataba de un complejo de edificios inacabados, conocido originalmente como “Estrella del Sur”, que se convirtió en un símbolo de especulación inmobiliaria y abandono en la zona.
En 1955 la obra quedó trunca de manera definitiva y a través del paso de los años el inmueble fue intrusado: llegó a albergar unas 20.000 personas, sin los servicios mínimos.

En los 70 se consolidó el asentamiento informal Villa 15, que pasó a llamarse Ciudad Oculta porque estaba detrás de Elefante Blanco. De hecho, durante la última dictadura, y a meses del Mundial 78, el Gobierno de facto decidió construir dos muros que ocultaran la villa.
En 2009 se formó un fideicomiso para construir un complejo de viviendas de lujo con cuatro torres, pero las obras se paralizaron en 2014 debido a problemas financieros e incumplimientos contractuales.
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Después de que el Gobierno de la Ciudad se hiciera cargo de la mole de 14 pisos, entre 2012 y 2017 se llevó a cabo el saneamiento, limpieza del predio y relocalización de las familias que vivían allí y en las adyacencias.
Finalmente, en abril de 2018 comenzó la demolición de denominado Elefante Blanco que, finalmente, pasó a la historia en octubre de ese mismo año.