En la serie de Disney+ ’Dying for Sex’, o ’Morir de placer’ para el público Latinoamericano, la actriz ganadora del Oscar Michelle Williams se pone en la piel de Molly Kochan, una mujer diagnosticada con un cáncer terminal y atrapada en un matrimonio en el que no era feliz, que decide dedicar sus últimos años de vida a sentirse plena al explorar su vida sexual.
Durante los 8 episodios, se explora las experiencias sexuales que Molly vivió con al menos 200 hombres y contó al mundo a traves de su blog Everythins Lead to This (Todo conduce a esto).
¿’Dying for Sex’ está basada en una historia real?
Sin duda ‘Dying for Sex’ está basada en una historia real. En ella, Molly Kochan dejó tras 15 años a su esposo Steve (Jay Duplass) luego de recibir un diagnóstico de cáncer en etapa avanzada.

Fue así que recurrió a su mejor amiga Nikki Boyer para que la ayudara en su camino de autodescubrimiento. Incluso grabaron un podcast juntas en 2018, que relata casi 200 citas y otras aventuras que llevó durante su tratamiento. Con un título más que acertado, el podcast fue la “musa inspiradora” para la serie de televisión.
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“Le dije: ‘Creo que tu viaje es una historia, y creo que se llama ‘Morir de placer’”, contó Nikki a Vulture. “Así que sus aventuras sexuales se convirtieron en un recordatorio: ‘Tengo que contarte lo que pasó’”.
Y agregó: “Ella siempre decía que el sexo era la antítesis de la muerte. Estar físicamente en llamas la hacía sentir viva”.
Justamente, en esa línea, como parte de su autoexpresión, Kochan compartió fotos atrevidas de ella misma en Instagram, que describió en su biografía como “las selfies sexys que le envío a extraños para sentirme con vida”.

Si bien en el envío con Michelle Williams como protagonista se toma algunas libertades creativas y no es una réplica exacta de la historia real de Kochan y Boyer, sus experiencias de la vida real proporcionaron el marco emocional para la serie.
¿Qué le pasó a Molly Kochan en la vida real?
Molly falleció a los 45 años en marzo de 2019. Junto a Nikki, grabaron el podcast hasta casi el final de su vida. También tuvo tiempo y fuerzas para escribir sus memorias desde su cama de hospital donde estaba internada.
Ella escribió previamente una entrada de blog anunciando su propia muerte, que se publicó el 8 de marzo de ese año. “He muerto. Ya no camino por la tierra como tú. En un cuerpo, eso es una bendición cuando funciona, y, cuando deja de funcionar, te aseguro que dejarlo es una bendición igual de grande”, podía leerse.
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“Eso es todo lo que puedo decirles sobre dónde no estoy”, continuó. “Mientras escribo esto, sé lo que todos saben, pero la mayoría no cree: la mortalidad es real para todos”.
La amiga contó que le imploró solo una cosa: “Prometeme que publicarás mi libro. Prométeme que harás todo lo posible para que esto se conozca”. Tenía muchas ganas de dejar su huella en esta inexplorada arista. Y vaya si lo hizo.