El nuevo filme de Gonzalo Calzada, Nocturna, retrata la última noche de un anciano, en la que se le presentan fantasmas, tanto de muertos como suyos propios, y que lo llevan a reflexionar más sobre la vida que el paso que está a punto de dar, en una cinta que representa el regreso de Pepe Soriano al cine tras 11 años.
"Creo que no debemos clausurar nunca las preguntas que nos movilizan, que nos hace entrar en crisis y preguntarnos una y otra vez quienes somos. La mayoría de la veces nos pasamos la vida respondiendo a consignas culturales, mandatos y obligaciones que poco o nada tienen que ver con lo que llevamos adentro", le dijo el director a Télam.
La historia surge de experiencias propias del director, cuando vivía en un edificio antiguo y oscuro y, por las noches, escuchaba pasos en el departamento de arriba. Al tiempo, se enteró que allí no vivía nadie. A esto, se sumó la vez que visitó a unos vecinos ancianos, que se mostraban muy prolijos, pero cuyo departamento distaba de serlo.
"Me dio mucha pena ver el desamparo y la soledad en la que realmente se encontraban. Estas dos vivencias, sumado a los recuerdos de mis abuelos me llevaron a escribir la historia", comentó Calzada.
En la película, Ulises (Soriano) es un nonagenario que vive solo. Imagina cosas y la realidad y los delirios se entremezclan constantemente. El encargado del edificio está siempre predispuesto a ayudarlo, mientras que su hijo solo quiere enviarlo a un geriátrico y con su hija no tiene ningún tipo de relación.
"Nocturna es la historia de un momento, de la concentración de toda una vida de negaciones en un momento de verdad que nace a partir de una crisis de conciencia. Aunque doloroso, creo que es conmovedor pensar que siempre podemos cambiar las cosas mientras estemos dispuestos a aceptar nuestra verdad, y que esa posibilidad nos acompaña aun hasta el último respiro", señaló.
En medio de la noche, experiencias pasadas comienzan a visitarlo para mostrarle el camino de la redención o, por el contrario, mantenerlo encerrado en sus decisiones.
"Lo que hace Pepe en pantalla -comentó el realizador- jamás lo podría haber logrado un actor de 70 por más maquillaje que se le ponga. Hay un lenguaje del cuerpo y de los dolores íntimos que trae esa edad que no los puede recrear nadie. Su capacidad actoral y su vitalidad dramática ponen definitivamente la película en otro lugar".
Télam: Se dice que en Oriente la gente desde que nace se prepara para morir y en Occidente se prepara para vivir. ¿Creés que tu película retoma esto?
Gonzalo Calzada: En Oriente (al menos en sus narraciones y películas) la muerte es parte de la vida, está presente en todo momento, como están presentes los ciclos de la vida. Ellos tienen un tiempo distinto al nuestro, una relación más cotidiana con el mundo sagrado, respetan sus tradiciones y no separan su vida de una cosmovisión de tiempos circulares en la que están inmersos vivos y muertos. Y no hablo de creer en una vida más allá de la muerte, sino de darle un valor a cada espacio y momento, y uno de esos momentos es la muerte. Esta percepción no ocurre solo allí, también está en muchos grupos aborígenes de nuestro país. Por el contrario, en Occidente se habla de la vida, pero clausurando la muerte, negándola, como también se niega la vejez y los ciclos de la vida, se apresura al niño a ser adolescentes precoces, quemando etapas constitutivas y luego se retarda la adultez, con la intención de transformar a las personas en eternos adolescentes mentales, consumistas, individualistas y alejados de una relación natural con la vida, con la naturaleza y con el afecto al otro que siempre es uno. Por eso creo que en Occidente y en especial en las grandes ciudades no estamos preparados para morir y mucho menos para envejecer, porque llegamos a esas etapas sin haber aprendido a vivir.
T: ¿Cómo creés que se deben trabajar los fantasmas que todos llevamos para no esperar hasta el último momento para reaccionar?
GC: Creo que podemos pasarnos la vida entera negando ser lo que realmente somos. "Conócete a ti mismo" encerraba la sentencia del oráculo de Delfos. De chicos nos aferramos a cosas que después nos resistimos a querer cambiar, a mandatos sociales, convenciones y credos falsos que no significan nada en nosotros, pero que repetimos por costumbre y por miedo. Creo que los fantasmas son esas sombras deformadas de cosas que hacemos, sentimos, o pensamos y negamos. Todos somos conscientes que podemos engañar a los demás, pero no podemos engañarnos a nosotros mismo. Por eso esas sombras se vuelven grandes y si no las enfrentamos en el tiempo que nos toca vivir nos terminan tomando y transformando en muertos en vida. Se trata de abrir los ojos, de no proyectar lo que nos pasa hacia fuera. La sociedad conspira en contra de nosotros para que sigamos dormidos.
T: ¿Qué creés que aporta el Alzheimer que sufre Ulises?
GC: La idea fue usar la pérdida de la memoria no como un proceso irreversible de debacle y de final fatalista, sino como una posibilidad de redención, un elemento activo de libertad. Esta pérdida de la memoria conecta al viejo Ulises con su niño interior y le da la posibilidad de enfrentar los demonios que como adulto consciente no se atrevió. El otro elemento que entra en juego desde un lugar diferente es su cuerpo ya viejo y adolorido. Estos dolores son no son barreras para cumplir con sus objetivos, por el contrario son índices, huellas que debe seguir para no olvidar el camino iniciado en esa noche de crisis y verdad. Creo en ese sentido que la película habla más de la vida, el perdón y la redención, que de la muerte y la vejez.
T: ¿Cuándo se podrá ver Nocturna: Lado B?
GC: Esa película se rodó en fílmico (en súper 8 y 16 mm) en simultáneo con el Lado A. y se va a presentar por primera vez en Argentina el 7 de octubre en el Centro Cultural 25 de Mayo en conjunto con el Lado A, pero es una especie de reverso, su lado inconsciente, el eco que queda cuando los hechos se fueron de los espacios. Tiene una naturaleza más experimental y por ende sus circuitos van a ser centros culturales y algunas plataformas.
Fuente: Télam